El Defensa y Justicia argentino, entrenado por Hernán Crespo, se proclamó este sábado campeón de la Copa Sudamericana 2020 al golear a sus compatriotas de Lanús por 0-3 en la también argentina ciudad de Córdoba.
El Halcón superó al Granate en todas las facetas del juego y no dejó respirar a su presa, atrapada entre el buen futbol de los de Crespo, que consiguió el que es el primer título de la historia para Defensa y Justicia, equipo fundado en 1935.
En el futbol hay muchas más líneas de las dibujadas en el césped y las camisetas y, de hecho, esas líneas la mayoría de las veces desvían la atención de las importantes: aquellas que no se ven y que se tejen bien de manera colectiva.
En el futbol suele ganar quien domina mejor las líneas, quien las convierte en piezas con las que conectar todos los puntos del tablero, y este sábado, Defensa y Justicia, lo confirmó al alzarse con la Sudamericana tras un despliegue táctico sobresaliente.
Arrancó la final el cuadro de la localidad de Florencio Varela con una muestra muy evidente de que sí existen esas líneas: un exquisito pase del centrocampista Enzo Fernández atravesó la zona de medios y el bloque defensivo de Lanús y que dejó el balón en el punto preciso hasta el que llegaba la diagonal del atacante Braian Romero.
Romero dibujó otra línea, curva, para levantar la pelota por encima del arquero de Lanús, y a pesar de la belleza de la definición, su dirección estuvo desacertada por apenas centímetros.
El propio Romero fue el que vio a su compañero Franco Paredes cerca de la media hora de juego, pero en esa ocasión fue el portero Lautaro Morales quien puso punto final a una potente línea recta de disparo y acabar así con el segundo acercamiento de Defe.
Quién iba a decir que el arquitecto que trazó para el Halcón esas líneas mágicas sería Hernán Crespo, que jugaba por su primer título como entrenador a los 45 años, después de su exitosa carrera como delantero.
El gol que abrió la lata lo marcó el central Frías, pero lo construyó, tirando líneas, todo el sector de ataque de Defensa y Justicia: buscando la banda izquierda primero, llegando casi hasta el confín del campo y cruzando el balón al área pequeña.
De manual: y con un poco de magia gracias a un pase de tacón de Francisco Pizzini que facilitó toda la acción.
Al marcar, Frías lo festejó con un beso en el escudo que siempre recordará porque no solo fue el primer gol de la final sino el primer gol de toda su carrera deportiva, y en qué momento.
En todo ese tiempo y hasta el descanso, Defensa y Justicia también ahogó cualquier intención de armar hileras contrapuestas por parte de su rival.
Ni siquiera pudo hacerlo el experimentado delantero Pepe Sand, que más que construir líneas las excavaba cuerpeando hacia atrás a su marca para mantener la pelota, todo el partido jugando de espaldas.
Tampoco apareció la joven promesa Pedro de la Vega, sustituido en la segunda parte con algunas molestias físicas.
En la segunda mitad, llegó el segundo gol, que puso las cosas muy a favor de Defensa, y muy en contra de los de Luis Zubeldía, desdibujado en el área técnica.
A la segunda, a Braian Romero, máximo goleador de la Sudamericana con diez goles, sí le salió la vaselina que había fallado al inicio del partido y el entrenador saltó de alegría como cuando marcaba goles con la selección argentina.
En el tiempo añadido, el uruguayo Washington Camacho convirtió el resultado en goleada con un 0-3 que hizo explotar a las pocas personas -miembros de la expedición de Defensa- que se encontraban en el estadio «Mario Alberto Kempes» de Córdoba, por lo demás vacío a causa de la pandemia de covid-19.
Y así, gracias a las líneas de Crespo, un equipo de un barrio humilde del sur de Buenos Aires conquistó el primer título de su historia, que además fue en una competición internacional y llegó para redondear un proyecto que en los últimos años ya había dado avisos de que tenía hambre de copas.