El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, subrayó este domingo la necesidad de alcanzar una paz «justa y duradera» en Afganistán durante una visita sorpresa en la que se reunió con el presidente afgano, Ashraf Ghani, a poco más de un mes de la fecha límite para que Washington retire sus tropas del país.
Estados Unidos acordó el repliegue antes del próximo 1 de mayo con los talibanes en el histórico acuerdo de Doha de febrero de 2020, y la visita de Austin cobra especial relevancia por las dudas expresadas recientemente por el presidente estadounidense, Joe Biden, sobre si se cumplirá este plazo.
VISITA CLAVE
Se trata del primer viaje de Austin a Afganistán como secretario de Defensa estadounidense, que llega en el marco de una gira durante la que ha visitado la Japón, Corea del Sur y la India.
«Estoy muy agradecido por mi tiempo con el presidente, Ashraf Ghani, hoy. He venido a Afganistán a escuchar y aprender. Esta visita me ha sido de gran ayuda, e informará mi participación en la revisión que estamos llevando acabo aquí con el presidente de Estados Unidos», dijo el secretario de Defensa en Twitter.
Según un comunicado del Palacio Presidencial afgano, Austin «expresó su preocupación por el aumento de la violencia armada en Afganistán» al tiempo que «saludó» los sacrificios de las fuerzas armadas del país asiático.
«El presidente Ghani y el secretario de Defensa estadounidense subrayaron que una paz justa y duradera es la solución de la situación actual en Afganistán», afirmó el Palacio Presidencial.
Entre los compromisos adoptados por los talibanes en el acuerdo de Doha, además de garantizar que el territorio afgano no acogería a terroristas extranjeros ni serviría de base para cometer atentados contra otros países, figura el de reducir el nivel de la violencia.
Sin embargo, en los últimos meses el país ha experimentado un aumento de los combates y una ola de asesinatos selectivos contra periodistas, activistas, políticos o intelectuales en Afganistán. El Gobierno afgano culpa a los talibanes, aunque los insurgentes han negado en reiteradas ocasiones su participación en el asesinato de civiles.
RETIRADA ESTADOUNIDENSE
El presidente estadounidense, Joe Biden, afirmó el pasado miércoles en una entrevista con la cadena estadounidense ABC que el repliegue acordado por su antecesor, Donald Trump, podría posponerse en función de si la formación insurgente ha respetado sus compromisos o no.
La fecha límite del primero de mayo «podría cumplirse, pero es duro» conseguirlo, dijo Biden, antes de afirmar que «no fue un acuerdo negociado de manera muy sólida».
Cuando Trump firmó el documento de Doha solo había 12.000 soldados estadounidenses en Afganistán, lo que supone un importante descenso con respecto a los 100.000 que llegó a haber en 2011.
Actualmente, hay unos 2.500 efectivos y mil miembros de las fuerzas especiales.
ESFUERZOS INTERNACIONALES
Estados Unidos ha multiplicado en las últimas semanas, junto con otras potencias y países vecinos de Afganistán, los esfuerzos diplomáticos por acelerar las bloqueadas negociaciones de paz intraafganas en Catar.
Desde que arrancaron el pasado septiembre, las delegaciones del Gobierno y de los talibanes han alcanzado escasos avances y sólo se han puesto de acuerdo en las reglas de las conversaciones.
Uno de estos esfuerzos internacionales por reconducir las negociaciones tuvo lugar el pasado jueves en Moscú en presencia del Gobierno afgano y los talibanes, donde Rusia, Estados Unidos, China y Pakistán abogaron por acelerar «sin demora» el diálogo de paz intraafgano.
Una segunda reunión internacional ha sido anunciada el próximo abril, esta vez en Estambul, también con el objetivo de dar un nuevo impulso a las negociaciones intraafganas.
LOS TALIBANES LLAMAN CUMPLIR LOS PLAZOS
En medio de estas iniciativas internacionales y de las incógnitas despertadas por EE.UU. sobre la retirada de sus tropas, los talibanes recordaron el pasado viernes en Moscú que considerarán anulado el acuerdo si Washington no cumple con los plazos.
La formación insurgente afirmó hoy en un comunicado que el acuerdo de Doha con EE.UU. solucionó la cuestión extranjera del conflicto, y advirtió que la presión internacional por alcanzar una solución pacífica podría desencadenar el fracaso de las negociaciones intraafganas.