Al menos 57 ucranianos murieron y otros 169 resultaron heridos hoy durante el primer día del ataque ruso contra Ucrania, informó el Ministerio de Salud del país.
«Según datos operativos, 57 ucranianos fallecieron como resultado del ataque ruso. Otros 169 fueron heridos», señaló Sanidad en un comunicado.
El Ejército ucraniano resiste a duras penas la invasión rusa en todos los frentes, desde las inmediaciones de la capital, Kiev, hasta la línea de separación del Donbás, la frontera con la península de Crimea y la costa del mar Negro.
Después de unos momentos de zozobra cuando los misiles rusos destruían esta mañana bases y aeródromos, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenski, ordenó causar «las mayores pérdidas posibles al invasor» ruso.
Al cuarto de millón de soldados ucranianos se les ha sumado decenas de miles de reservistas, las agrupaciones de voluntarios, los miembros de las unidades territoriales y todo civil capaz de disparar un fusil.
«Estamos repartiendo armas entre todos aquellos que lo deseen», dijo Zelenski, quien subrayó que «de cada ucraniano depende el futuro de nuestro pueblo».
El teatro de operaciones
Para ser una operación especial, como la llamó el presidente ruso, Vladimir Putin, la intervención militar rusa tiene una dimensión muy amplia.
El ejército ucraniano tuvo que enzarzarse en «duros combates» con el enemigo desde «el Donbás a otras regiones del este, norte y sur», según explicó Zelenski.
Admitió que la situación es «muy complicada» en la zona de Járkov, la segunda ciudad ucraniana y un importante polígono industrial desde tiempos soviéticos que se encuentra a apenas 40 kilómetros de la frontera rusa.
Cruentos combates estallaron también en la región de Jerson, que limita con la anexionada Crimea, donde unidades rusas habrían intentado avanzar desde primeras horas del día.
En las imágenes divulgadas por los medios se pueden ver helicópteros de asalto rusos bombardeando desde el mar las instalaciones ucranianas, incluida la principal base de la Armada ucraniana, Odesa, donde un ataque segó la vida de más de una veintena de personas.
Uno de los objetivos de la operación rusa es precisamente neutralizar todas las guarniciones ucranianas que puedan suponer una amenaza para el puerto crimeo de Sebastopol, la base de la Flota rusa del mar Negro.
Las autoridades admitieron varias decenas de bajas en las filas del Ejército, la guardia fronteriza y otras unidades, a lo que hay que sumar los civiles, como los cuatro que murieron en el bombardeo de las fuerzas separatistas prorrusas de un hospital en Donetsk.
Kiev y Chernobyl
También es amenazante la situación en las inmediaciones de Kiev, ya que las fuerzas aerotransportadas rusas tomaron el estratégico aeródromo de Hostomel, a 35 kilómetros de la histórica capital.
«Las fuerzas enemigas en Hostomel están siendo bloqueadas, las tropas recibieron la orden de aniquilarlas», dijo Zelenski.
Las autoridades impusieron el toque de queda en la capital, cuyo cielo es ahora sobrevolado por la aviación ucraniana.
Además, el Ejército de Rusia ocupó la antigua central nuclear de Chernóbil, escenario de la mayor catástrofe nuclear de la historia, ocurrida en 1986, después de fuertes combates contra las Fuerzas Armadas ucranianas.
El presidente ucraniano consideró esta captura «una declaración de guerra contra toda Europa».
Kiev advirtió que, si los restos radiactivos resultan dañados, «el polvo nuclear puede propagarse por todo el territorio de Ucrania, Bielorrusia y los países de la Unión Europea (UE)».
Zelenski alabó la entrega de sus soldados «para que la tragedia de 1986 no se repita», pero las fuerzas rusas acabaron por doblegar la resistencia.
Donbás, objetivo final
Supuestamente, el objetivo final de la invasión rusa es garantizar la seguridad de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, cuya independencia fue reconocida el pasado día 21 por Putin, tras lo que estas pidieron ayuda militar para evitar una «catástrofe humanitaria».
Poco después de que Putin anunciara la invasión, las milicias prorrusas iniciaron una ofensiva general a lo largo de toda la línea de separación, desde Stanitsa Luhanska, cerca de la frontera rusa, hasta el puerto de Mariúpol, en el mar de Azov.
Los dirigentes separatistas lanzaron una campaña militar para «liberar» el Donbás, pidieron a los soldados ucranianos que depusieran las armas y a los civiles que se cobijaran en refugios antiaéreos.
Les apoyó la artillería rusa, que intentó romper las líneas ucranianas martilleando sus posiciones, aunque éstas resistieron y destruyeron varios tanques enemigos.
Colas en cajeros y gasolineras
Las autoridades de la región de Lugansk recomendaron a sus ciudadanos que abandonen el territorio con destino a las regiones vecinas.
«En Donetsk no hay evacuación. Todos estamos en nuestros puestos», comentó a Efe Vadim Liaj, alcalde de Slaviansk, donde hace ocho años comenzó la sublevación armada contra Kiev.
Nada más comenzar las hostilidades en todo el país, los habitantes de la ciudad comenzaron a hacer colas en cajeros y gasolineras.
Aunque algunos sí se arremolinaban en la taquilla de la estación de tren, no hubo ni mucho menos un éxodo masivo, mientras que en otros lugares miles de ucranianos sí cruzaron la frontera con destino a Polonia, Hungría, Moldavia o Eslovaquia huyendo de la guerra. EFE