Los últimos meses estuvieron llenos de rumores con un intenso nerviosismo porque el plácet que Exteriores de España debía otorgar a Quirino Ordaz Coppel, como nuevo embajador de México en España, sufría un retraso (de cinco meses) que muchos interpretaron como la punta del iceberg tras el enfriamiento de las relaciones diplomáticas entre México y España a causa de la solicitud del perdón histórico por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador.
El actual ministro de Exteriores, José Manuel Albares, quitó hierro al asunto señalando que solo era cuestión de que terminase el cauce del trámite para darle ese visto bueno al exgobernador de Sinaloa.
Y ha cumplido. El pasado 28 de enero, el propio canciller Marcelo Ebrard, festejaba el plácet concedido a favor de Ordaz Coppel; el Senado mexicano lo ratificó el 8 de marzo y por si fuera poco, al concluir el mes, el PRI terminó expulsando al nuevo embajador de sus filas.
Para el empresario, político y ahora diplomático de 59 años arranca una nueva etapa en una de las embajadas más solicitadas: junto con la de Estados Unidos, Reino Unido y Francia que son las joyas de la corona. Prácticamente un gran premio.
Pero también una gran responsabilidad. Ordaz Coppel ha desembarcado finalmente en Madrid, lo ha hecho después de votar el pasado 10 de abril en la consulta de revocación de mandato del mandatario López Obrador. Prácticamente votó y voló para la capital de España.
El lunes santo realizó su primera visita oficial a la Embajada de México ubicada en Carrera de San Jerónimo, justo enfrente del Palacio de las Cortes, sede del Congreso de los Diputados. Un sitio privilegiado.
Al día siguiente reunió a la treintena de trabajadores que laboran en la sede diplomática para presentarse, hablar con ellos y externarles que ha llegado para trabajar por el bien de México.
En su cuenta de Twitter @QuirinoOC escribió:”#BuenasNoches Madrid #BuenasTardes México, ya llegamos a instalarnos en la @EmbEspMex saludos y que tengan una buena semana, a descansar para iniciar trabajando desde el primer día”.
La cuenta de Twittter de la Embajada Mexicana tuiteó además que “como inicio de su gestión, el embajador @QuirinoOC se presentó y conoció a los funcionarios de todas las áreas de @EmbaMexEsp a quienes transmitió su firme propósito de trabajar en equipo para dar lo mejor de México y estrechar las relaciones con España”.
Eso es lo más importante: revitalizar las relaciones bilaterales entre dos naciones hermanas y derretir el hielo creado en torno a los lazos diplomáticos por si a alguien le ofendió el vacío alrededor del tema del perdón que luego fue usado para agriar el tono diplomático. La famosa “pausa en las relaciones” generó una serie de interrogantes en España a tal punto que el ministro Albares viajó a Ciudad de México para hablar con Ebrard.
A COLACIÓN
Queda mirar hacia delante, estrechar cauces y construir iniciativas de futuro en pro de acercar la visión de dos países que creen en el valor de la democracia.
A Ordaz le aguarda mucho trabajo en una sede diplomática que le hizo el vacío a varios grupos de mexicanos en España porque Roberta Lajous, la anterior embajadora que dejó el cargo para ser sustituida por María Carmen Oñate, solo atendía las invitaciones con la Monarquía y las del Instituto Cervantes.
Cada vez somos más los mexicanos –casi 30 mil– viviendo en el país ibérico por diversas razones. Para cualquier trámite o se hace con el consulado en Madrid o en Barcelona (un horario de atención que concluye a las 13 horas) para muchos connacionales que viven fuera de Madrid o de Barcelona, un trámite simple puede convertirse en una pesadilla. No se diga la renovación del pasaporte o la inscripción de un nacimiento. Hay que pagar hotel, el desplazamiento, las comidas y por supuesto, el trámite.
De alguna forma debe facilitarse la forma de gestionar los trámites y el tiempo de respuesta. Luego está el problema de toda la vida: la licencia de conducir mexicana no es válida en España, no hay forma de convalidarla, como si sucede con otros países latinoamericanos.
Al no poder convalidarse, todo mexicano que viva en España no puede conducir un vehículo sin pasar primero por una autoescuela a la que hay que pagar de media 300 euros, más las clases de manejo (aunque ya se tenga la noción de manejar) y luego 100 euros –en promedio– por examinarse en la Policía. No son pocos los compatriotas detenidos en el país ibérico por no tener el carnet de conducir español. Solo la habilidad diplomática terminaría con este viacrucis a través de la creación de un carnet de conducir único mexicano cuyo trámite se haría en los dos consulados, para luego convalidarlo en las instituciones españolas pertinentes. Para eso sería necesario hablarlo con el ministro Albares y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Eso sería un hitazo.