La primera ministra británica, Liz Truss, descartó este miércoles aplicar un impuesto sobre los beneficios de las petroleras para financiar medidas que permitan reducir la factura energética, en su debut en la sesión semanal de control al Gobierno en la Cámara de los Comunes.
Truss, que ha prometido bajar los impuestos para combatir el incremento del coste de la vida, lo que la obligará a restringir el gasto o aumentar la deuda pública, alegó que gravar aún más a las gigantes del petróleo y el gas «desincentivaría la inversión».
«No se logra crecimiento subiendo los impuestos», dijo la nueva dirigente conservadora en respuesta al líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, que inquirió cómo planea sufragar su plan, que detallará mañana, por el que garantizará préstamos al sector energético minorista.
Starmer acusó a su rival de querer «endeudarse más de lo necesario» y dejar que sean los contribuyentes los que a la larga paguen esa deuda, y recordó que ella formó parte de los sucesivos Gobiernos «tories» cuya gestión condujo a la crisis actual.
Truss, que empezó dubitativa pero cobró fuerza hacia el final del careo, dijo que su contrincante no entiende los conceptos «de aspiración y oportunidad» y que los ciudadanos quieren «conservar el dinero que ganan».
Al principio de su intervención, la primera ministra, que ayer asumió el cargo en sustitución de Boris Johnson, aseguró que desea trabajar «constructivamente» con todos los partidos de la Cámara de los Comunes, donde los conservadores tienen mayoría absoluta.