Los parques y jardines botánicos de Ucrania se apresuran a salvar sus valiosas colecciones de plantas tropicales, amenazadas por las temperaturas bajo cero en medio de los apagones de emergencia en todo el país por la guerra.
El aire húmedo y cálido que recibe a los visitantes del invernadero del parque Stryiskyi -uno de los más grandes y antiguos de la ciudad de Leópolis, al oeste de Ucrania- contrasta con el frío y con la nieve que cubre el suelo en el exterior.
«La temperatura no puede bajar de los 18,5 grados para que las plantas sobrevivan», explica a EFE la directora del parque, Olena Mazuryik, mientras muestra como el personal proporciona cuidados a palmeras, limoneros y bananos.
Agrega que disponen de un sistema que garantiza el mantenimiento de la temperatura a pesar de las frecuentes interrupciones del suministro eléctrico que experimenta la ciudad debido a los ataques rusos contra la infraestructura energética.
Así, dos generadores entran en acción cuando se produce un apagón para proporcionar corriente al sistema de humectación y a la caldera de combustible sólido que genera calor y lo distribuye por las instalaciones.
Normalmente también se calienta un lago próximo al invernadero para evitar que se congele durante el invierno, pero este año los cisnes que habitan en él han sido trasladados a un refugio hasta la primavera.
Mazuryk señala que la invasión rusa ha hecho imposible que el municipio, que es el dueño del parque, invierta en proyectos para desarrollar las instalaciones, ya que debe priorizar otras necesidades, aunque para muchos residentes, que han visto reducidas sus opciones recreativas, la zona verde sigue proporcionando un respiro en medio de la guerra.
La situación en el Jardín Botánico Nacional Hryshko de Kiev es más dramática.
Su invernadero acoge una gran colección de plantas tropicales creada durante los últimos 50 años y, después de que la semana pasada la temperatura en el interior llegara a caer a tan sólo 11 grados, muchas de ellas comenzaron a mostrar signos de enfermedad.
La guerra ha obligado a cerrar al jardín por un largo periodo de tiempo, lo que ha causado la pérdida de buena parte de los ingresos de la institución.
La financiación estatal apenas basta para pagar los sueldos de los empleados, mientras que los precios del combustible que necesitan las calderas casi se ha duplicado. Además, el parque carece de un generador que pueda hacer funcionar las calderas durante los frecuentes apagones que sufre la capital.
Para hacer frente a este problema, el personal ha instalado estufas improvisadas en varios puntos del invernadero para encender fuegos si la situación empeora, pero esto no es una solución permanente.
En un procedimiento típico para Ucrania, se ha lanzado una campaña de micromecenazgo y una serie de voluntarios se están esforzando en recolectar fondos para financiar la compra de combustible y de generadores.
Yulia Kovalenko, una fotógrafa y activista, ha logrado hasta la fecha recolectar 200.000 grivnas (unos 5.000 euros) de las 300.000 grivnas (7.600 euros) que hacen falta para comprar un generador potente.
Por otro lado, la ONG de protección del medio ambiente «Peli Can Live» ha recaudado ya dos millones de grivnas (51.000 euros), mientras que el propio parque ha logrado comprar más de 110 toneladas de los pélets necesarios para calentar el invernadero a través de la venta de entradas a ucranianos que viven en diversos puntos del globo.
El personal del jardín botánico también ha organizado, con la ayuda de voluntarios, un mercado de caridad en el que los visitantes pueden visitar el invernadero y comprar decoraciones de Año Nuevo y piezas de arte florales.
Este esfuerzo colectivo, según escribió la activista Kovalenko en su página de Facebook, demuestra que, incluso en medio de una guerra, «cada pequeña planta es importante».
Por Rostyslav Averchuk