El ataque con gas de Ghouta acabó con la vida de más de 1.400 personas, muchos de ellos niños, y fue la última muestra de los horrores de la guerra química. A medida que se extendían las nubes químicas, los residentes comenzaron a echar espuma por la boca. El líquido rezumaba de sus ojos y narices mientras se convulsionaban y se asfixiaban
Diez años después, Global News ha rastreado a un científico acusado de ayudar a Siria a desarrollar su programa de armas químicas hasta un suburbio de Edmonton. Documentos del gobierno canadiense desclasificados alegan que Ahmad Haytham Alyafi hizo una “contribución significativa a la fabricación de armas químicas”. De 1974 a 1994, el ingeniero químico trabajó en el centro dirigido por militares que produce armas químicas para el régimen sirio, escribieron funcionarios federales en los documentos.
Las agencias federales se negaron a responder preguntas sobre Alyafi. Pero no parece haber enfrentado ningún cargo en Canadá, y no hay confirmación oficial de que haya sido deportado.
Alyafi no respondió a las solicitudes de entrevista por teléfono, correo electrónico, mensajes de texto y redes sociales, pero Global News obtuvo declaraciones que envió a los funcionarios de inmigración que manejan su caso.
El Protocolo de Ginebra de 1925 prohibió el uso de productos químicos en conflictos armados, pero Siria comenzó un programa en secreto en la década de 1970 después de perder una guerra con Israel. Siria admitió que tenía armas químicas en 2012. Si bien el régimen prometió no usarlas, aumentaron los informes de ataques con gas sarín. El ataque de Ghouta en agosto de 2013 fue la primera confirmación de su uso a gran escala.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ordenó la destrucción de las armas químicas de Siria en septiembre de 2013. Pero las fuerzas sirias volvieron a utilizar sarín contra civiles en la ciudad de Khan Shaykhun el 4 de abril de 2017. Noventa muertos, 30 de ellos niños.
Al igual que en Ucrania, el aliado de Siria, Rusia, aprovechó sus medios de propaganda estatal para difundir desinformación sobre el ataque, culpando falsamente a la ONU.