La Casa Blanca ha activado un intenso movimiento diplomático para prevenir una crisis total en Medio Oriente ante la creciente amenaza de un ataque de Irán y sus aliados –Hamas, Hezbollah y los Hutíes– contra Israel. Washington considera casi inevitable una ofensiva de Teherán que incluiría misiles balísticos y drones, y ha reforzado su presencia militar en el mar Rojo, el Mediterráneo y el Golfo Pérsico para proteger sus intereses y apoyar a Israel.

El presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris recibieron información clasificada sobre los posibles planes bélicos de Irán, que podrían incluir un ataque desde la frontera sur del Líbano, donde opera Hezbollah, un grupo armado con un arsenal significativo proporcionado por Irán, Rusia y Corea del Norte.

Tras una reunión informativa, el secretario de Estado Antony Blinken lideró un raid diplomático, conversando con el primer ministro de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, para abrir una negociación reservada con Irán y evitar el ataque a Israel. Mientras tanto, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, coordinó con el ministro israelí Yoav Galant y el general Michael Erik Kurilla, jefe del Comando Central de EE.UU., quien ya se encuentra en Israel para preparar una posible respuesta del Pentágono.

Estados Unidos también ha buscado la colaboración de sus aliados, incluyendo al G7, Arabia Saudita y Egipto, para gestionar el conflicto. Aunque es improbable que Arabia Saudita, Jordania y Qatar participen directamente en la defensa de Israel, están colaborando para controlar los daños.

Irán ha respondido a las gestiones de Washington con una postura firme. El ayatollah Ali Khamenei ha discutido con líderes regionales, incluyendo el rey Abdullah II de Jordania, el primer ministro Al Thani y el dictador sirio Bashar al Assad, indicando que Teherán planea retaliar el asesinato del líder de Hamas, Ismail Haniyeh, con un ataque directo a Israel.

La Casa Blanca ha analizado la respuesta de Khamenei y ha iniciado nuevas discusiones con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, advirtiéndole que una invasión del Líbano en respuesta a un ataque desde allí sería una línea roja que no debe cruzar. Hasta el momento, se reconoce que un ataque iraní a Israel es casi inevitable, y tanto los actores clave como Qatar y Arabia Saudita desean evitar que el conflicto se expanda a toda la región.