El gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom, vetó este domingo un proyecto de ley que endurecía las restricciones para el uso de la inteligencia artificial (IA), lo que supone un golpe en los esfuerzos para regular la industria que evoluciona rápidamente con poca o nula supervisión.

El proyecto de ley SB1047 aprobado por la Legislatura de California y el primero en avanzar en EE.UU. se había topado con el rechazo de las principales empresas tecnológicas de Silicon Valley.

“No creo que este sea el mejor enfoque para proteger al público de las amenazas reales que plantea la tecnología», dijo en una declaración Newsom tras rechazar la medida.

“No ofrece una solución flexible e integral para frenar los posibles riesgos catastróficos”, agregó el demócrata.

El proyecto promovido por el senador Scott Wiener, establecía “salvaguardas de sentido común, las primeras en el país, para proteger a la sociedad del uso de la IA para llevar a cabo ciberataques a infraestructuras críticas, desarrollar armas químicas, nucleares o biológicas o desatar delitos automatizados».

Wiener calificó el veto de Newsom como una “oportunidad perdida” para que California liderara la regulación tecnológica en el país, según dijo en una publicación en X.

De haber sido aprobada la medida, el conocido como Estado Dorado se sumaría a los países de la Unión Europea en la creación de un marco para regular una tecnología que explota campos como los chatbots de apariencia humana o los generadores de imágenes y vídeo realistas.

No obstante, Newsom anunció hoy domingo que ha reclutado a líderes del campo tecnológico para ayudar al Estado a “proteger” a los californianos de “los riesgos potencialmente catastróficos” que puede suponer la implementación de la IA.

“Trabajaremos de forma reflexiva y rápida para encontrar una solución que se adapte a esta tecnología de rápida evolución y aproveche su potencial para promover el bien público”, agregó el demócrata.

Aunque magnates como Elon Musk mostraron su apoyo a esta medida, la mayor parte de las empresas radicadas en San Francisco se opusieron a este proyecto, que, a su juicio, supone una amenaza para el crecimiento de la IA y podría provocar una fuga de empresarios e ingenieros en Silicon Valley, justo cuando el sector empieza a mostrar signos recuperación tras la crisis de la covid-19.