Un niño libanés de dos años, Ali Jalifa, ha sobrevivido milagrosamente a 14 horas enterrado bajo los escombros de su hogar, tras un bombardeo aéreo israelí en el sur del Líbano. El ataque ocurrió el 29 de octubre en Sarafand, cerca de la ciudad costera de Saida, y resultó en la muerte de varios miembros de la familia de Ali, incluyendo sus padres, su hermana y sus dos abuelas.

Los rescatistas no esperaban encontrar a ningún sobreviviente en los escombros, pero el pequeño Ali emergió de las ruinas, aún con vida, apenas respirando, con una mano amputada. Conectado a un respirador en el hospital, Ali es descrito por su tío, Husein Jalifa, como el «único sobreviviente de su familia». La operación militar israelí, centrada en el combate contra el movimiento Hezbolá, ha intensificado los ataques en el sur del Líbano, y este bombardeo fue uno de los más devastadores.

El ataque dejó 15 muertos, incluyendo varios familiares de Ali, y fue parte de la escalada de violencia entre Israel y Hezbolá desde finales de septiembre. La región ha sufrido miles de muertes desde el inicio de este conflicto, que se suma a las hostilidades en Gaza con Hamas.

Mientras Ali lucha por recuperarse de las heridas físicas, sus familiares también enfrentan graves secuelas emocionales. Zainab, una de sus tías, sufrió heridas graves y la pérdida de varios familiares, incluidos su esposo y sus tres hijos. «Las cicatrices psicológicas de Zainab son mucho mayores que sus heridas físicas», explica el médico encargado de su recuperación, Alí Alaa El Din, quien también trata a su hermana, Fatima, que sufrió lesiones similares.

El niño Ali, que aún está en coma inducido tras la amputación de su mano derecha, necesitará más operaciones antes de recibir una prótesis. La guerra en el Líbano sigue dejando huellas profundas, tanto físicas como psicológicas, en los sobrevivientes.