Hay quienes se acomodan en la nostalgia y dejan que el tiempo los preserve en el frasco del recuerdo. Y luego está José Madero, un artista que aprendió a despedirse sin voltear atrás, a escribir su propia historia. Desafiando la gravedad de la industria con seis discos bajo el brazo y la certeza de que la música, cuando es honesta, nunca deja de evolucionar.
De PXNDX a José Madero: la necesidad de un nuevo capítulo
Por años, fue la voz de una generación que encontró en PXNDX la banda sonora de su adolescencia. Pero la piel del pasado, por cómoda que parezca, siempre termina por quedar apretada. En 2016, José Madero decidió abrir la ventana y escapar a la intemperie, sin más escudo que su voz y sus letras.
Carmesí (2016) fue su primer acto de libertad. Un disco que combinaba el folk con la introspección de un hombre que se reconocía a sí mismo fuera del ruido de los escenarios multitudinarios. “Literatura rusa”, “Puerto Partida” y “Sinmigo” anunciaban un viraje, una búsqueda de identidad que no tardaría en afianzarse.
La exploración siguió con Noche (2017), un álbum negro en el sentido más profundo del término. Nocturno, sombrío, con incursiones en géneros inesperados, desde la bachata hasta el sueco. José Madero no estaba interesado en hacer música cómoda; prefería desafiarse a sí mismo.
Construcción, deconstrucción y reconstrucción
En 2018, Alba llegó como el equilibrio, el disco blanco que contrarrestaba la densidad de Noche. Sonidos más claros, letras que abrazaban la nostalgia con ternura y un José que, en lugar de perderse, parecía encontrar cada vez más su camino.
Luego vino Psalmos (2019), un álbum catártico, escrito desde la herida. Inspirado en la idea de la infancia perdida y la imposibilidad de volver a Neverland. Fue una colección de canciones que hablaban del dolor con la crudeza de quien se niega a endulzar la memoria. Aquí nació «Codependientes», la primera vez que Madero compartía protagonismo en una canción, de la mano de la chilena Cami.
La pandemia lo encontró escribiendo Giallo (2021), un disco amarillo de nombre y espíritu. Con este álbum, José Madero apostó por sonidos más brillantes y una mirada que, sin abandonar la introspección, parecía abrirse a la luz.
Y entonces, en 2024, llegó Sarajevo, su sexto disco. Un álbum que, como la ciudad de su título, hablaba de ruinas, reconstrucciones y supervivencias. Un José Madero más arriesgado, que coqueteaba con la electrónica y el industrial sin perder la esencia de su narrativa personal.
El presente y el horizonte de un contador de historias
La gira de Sarajevo confirmó lo que ya era evidente. José Madero no es solo el exvocalista de una banda icónica. Es un artista que ha sabido reinventarse y construir un público propio, fiel y en constante crecimiento.
Porque si algo ha demostrado José Madero es que el arte no es un punto de llegada, sino una caminata infinita, donde cada paso deja una huella, y cada canción es una forma de decir: «aquí estuve, esto sentí, esto fui».
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José Madero llevará #SarajevoLaGira a Puebla este 5 de Abril al Auditorio Explanada.💜
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— Mundo Indie Mx (@MundoIndieMx) January 11, 2025