En medio de una creciente tensión social por las protestas encabezadas por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), la presidenta Claudia Sheinbaum ha decidido no reunirse personalmente con los maestros, a pesar de que el encuentro estaba programado desde hace días. En su lugar, delegó el diálogo a las secretarías de Gobernación y de Educación Pública, responsabilizando a los docentes por los bloqueos y afectaciones que han colapsado la Ciudad de México.
Durante su conferencia matutina, Sheinbaum condenó las acciones de la CNTE, como el cierre de avenidas y accesos clave como el Aeropuerto Internacional Benito Juárez, señalando que estas manifestaciones violentas e interrupciones no tienen justificación cuando la reunión estaba acordada. Sin embargo, su discurso omite reconocer que la profunda inconformidad del magisterio responde a demandas históricas, entre ellas la abrogación de la reforma educativa de 2019 y un aumento salarial que consideran insuficiente.
La mandataria argumenta limitaciones presupuestarias para justificar el rechazo a un incremento salarial del 100% que los maestros exigen, y destaca un aumento del 9% ya otorgado, aunque este dato poco calma la tensión que mantiene a miles de profesores en plantón indefinido en el Zócalo desde hace más de una semana.
Lo que está en juego no es sólo una cuestión salarial, sino la voluntad política para afrontar un conflicto que ha generado movilizaciones masivas, bloqueos reiterados y un desgaste social palpable en la capital. Al mantener la puerta del diálogo a distancia y cargar la culpa en los manifestantes, Sheinbaum corre el riesgo de profundizar la brecha entre el Gobierno y uno de los sectores más sensibles y organizados del país.
En este contexto, la pregunta que queda es si el gobierno federal apostará por un acercamiento real o si persistirá en un esquema de confrontación que solo prolonga la crisis y afecta a la sociedad en general.