Una célula del Cuerpo de Fuerzas Especiales del Ejército Mexicano se encuentra en proceso de adiestramiento en operaciones contra el terrorismo, como parte de su formación en la unidad de élite. El curso, que se desarrolla en el Centro de Adiestramiento de Fuerzas Especiales (CAFE) en Temamatla, Estado de México, reúne a 13 militares, entre ellos dos panameños, un nicaragüense y un colombiano.

Aunque en México no se llevan a cabo operaciones antiterroristas, las autoridades castrenses explicaron que la capacitación responde a protocolos internacionales que permiten a las Fuerzas Armadas interactuar y entrenar con ejércitos de otros países. El programa tiene una duración de tres meses y contempla fases técnicas, tácticas y de planeación.

De acuerdo con mandos militares, las Fuerzas Especiales surgieron en 1986, previo al Mundial de futbol celebrado en México, con el objetivo de contar con unidades capacitadas para responder a situaciones de alto riesgo durante eventos internacionales. Desde entonces, estas tropas han perfeccionado sus técnicas, equipamiento y armamento, consolidándose como una unidad de élite.

El capitán “Ril”, suboficial participante, explicó que la primera fase se centra en habilidades individuales como medicina táctica, rapel y manejo de explosivos. Posteriormente, en la fase táctica, se integran estos conocimientos en operativos de intervención y operaciones urbanas. Finalmente, en la etapa práctica, los participantes simulan escenarios reales de planeación y ejecución de misiones.

Para acceder a este curso, vigente desde 1994, los integrantes de los seis batallones de Fuerzas Especiales —conocidos como “boinas verdes”— deben aprobar evaluaciones psicológicas, físicas y médicas. Además, reciben instrucción en derechos humanos y uso legítimo de la fuerza, con el fin de garantizar un desempeño profesional en operaciones de alto riesgo.

En la llamada “casa de intervención”, los militares realizan ejercicios con explosivos y armas de fuego reales, lo que les permite desarrollar confianza y coordinación en situaciones de presión. Estas prácticas fortalecen la capacidad de respuesta en misiones como rescate de rehenes, captura de objetivos prioritarios y protección de eventos masivos, incluido el próximo Mundial de futbol.