El Mundial es sinónimo de fiesta, goles y orgullo nacional. Pero detrás de la celebración, los países anfitriones suelen enfrentar un costo oculto; deudas millonarias, desplazamientos forzados y estadios que terminan convertidos en ruinas. México 2026 no está exento de estos riesgos.
Los mega eventos deportivos suelen prometer desarrollo económico y prestigio internacional. Sin embargo, la realidad ha demostrado lo contrario en muchos casos. Grecia, tras los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, quedó con una deuda superior a los 28 mil millones de euros, un lastre que contribuyó a la crisis financiera que estalló pocos años después. Brasil vivió algo similar, entre el Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos de Río 2016 gastó más de 15 mil millones de dólares en estadios e infraestructura, muchos de los cuales hoy están abandonados. Japón tampoco escapó, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, pospuestos por la pandemia, costaron más del triple de lo presupuestado inicialmente.
El «embellecimiento» de las ciudades sede suele tener un costo humano. En Tokio, antes de los Juegos Olímpicos, las autoridades desalojaron a personas sin hogar de parques y estaciones para ocultar la pobreza. En Río de Janeiro, más de 20 mil familias fueron desplazadas de favelas para dar paso a obras olímpicas, mientras la policía reprimía protestas contra el gasto público. México también tiene un antecedente doloroso, los Juegos Olímpicos de 1968 quedaron marcados por la masacre de Tlatelolco, donde el gobierno reprimió violentamente a estudiantes que cuestionaban el derroche en plena crisis social.
Sudáfrica 2010 dejó como herencia el estadio de Ciudad del Cabo, que costó más de 600 millones de dólares y hoy apenas se utiliza. En Brasil, el estadio de Manaos, construido en plena selva amazónica, quedó prácticamente abandonado tras el Mundial. Grecia, por su parte, convirtió sus instalaciones olímpicas en ruinas modernas, símbolos de un gasto que nunca se recuperó. Estos «elefantes blancos» son la prueba de que la inversión en infraestructura deportiva rara vez se traduce en beneficios duraderos.
La FIFA y el Comité Olímpico Internacional han estado envueltos en múltiples escándalos de corrupción relacionados con la asignación de sedes. EL FIFA Gate de 2015 reveló sobornos millonarios para asegurar la organización de Mundiales. En muchos países, los contratos de construcción de estadios han estado ligados a sobrecostos, empresas fantasma y desvío de recursos públicos.
México 2026: ¿fiesta o advertencia?
México comparte sede con Estados Unidos y Canadá, lo que reduce la presión financiera, ya que no será necesario construir estadios nuevos desde cero. Sin embargo, sí existe una inversión significativa en remodelaciones y obras de infraestructura. El Estadio Azteca, rebautizado como Estadio Banorte, está en plena transformación para albergar el partido inaugural, se ampliará su capacidad a 90 mil espectadores, se modernizarán vestidores, zonas VIP y sistemas de iluminación, además de una renovación completa de su fachada.
En Guadalajara, el Estadio Akron recibe mejoras tecnológicas y de logística, mientras que en Monterrey el Estadio BBVA refuerza su sistema de ventilación y drenaje. En conjunto, se estima una inversión de más de 225 mil millones de pesos en estadios, movilidad urbana, aeropuertos y proyectos de logística en las tres sedes mexicanas (CDMX, Guadalajara y Monterrey).
La seguridad sigue siendo un tema sensible, la violencia en estadios, como la tragedia de Querétaro en 2022, mostró la fragilidad del sistema. Además, la inversión pública podría generar críticas si no se traduce en beneficios sociales duraderos. Y, como ha ocurrido en otros países, existe el riesgo de que se intente «limpiar» las ciudades sede desplazando a poblaciones vulnerables.
El Mundial es una fiesta global que une a millones de personas, pero también puede convertirse en una carga para los países anfitriones. Deudas, represión, corrupción y estadios abandonados son parte de un historial que no debe ignorarse. México 2026 será una oportunidad única para mostrar al mundo la grandeza del fútbol nacional, pero también una prueba: ¿será capaz de evitar los errores del pasado o quedará atrapado en el lado oscuro del Mundial?