El Museo Nacional de San Carlos alberga 28 piezas, entre cuadros, grabados, un biombo y muebles, en la muestra “Gabinete Rococó”, en alusión al periodo francés caracterizado por temas galantes y amorosos.
Este tipo de arte se caracteriza por sus escenas mitológicas, paisajes y retratos que enaltecieron a la corona francesa del siglo XVIII, el cual podrán disfrutar los asistentes a la exposición temporal que fue abierta el fin de semana.
El curador, Miguel Ángel Torres, destacó la presencia de artistas como Élisabeth Vigée Le Brun, Francois Boucher y Jean-Honoré Fragonard, principales expositores de esta corriente artística.
Explicó que el concepto se originó de las palabras en francés rocaille (piedra) y coquille (concha) y uno de los factores que estimuló el nacimiento del rococó fue el arribo de Luis XV al trono de Francia, personaje que mostraba desinterés por la política teniendo una inclinación más hacia las fiestas en la corte.
“Estas tendencias coadyuvaron a que los artistas prefirieran los detalles sutiles y sensuales para adornar la vida cotidiana con retratos, escenas festivas y pinturas con alegorías que ataviaron al Palacio de Versalles”, detalló.
Añadió que en las pinturas de paisajes se aprecia la ambientación de ciertos lugares de Europa, en los cuadros con temas mitológicos se observan escenas alegres y sensuales que dejan ver el erotismo mediante la figura de la mujer.
Miguel Ángel Torres compartió que el estilo rococó fue criticado por la ilustración, debido a la superficialidad de los temas que retrataban los artistas allegados a la corte real, y por estar al servicio de la corona y la burguesía, cuyos ideales se contraponían a los de libertad, razón y equidad que proponían los enciclopédicos.
“El rococó atestiguó los inicios de la Revolución Francesa, movimiento que paralizó todo el país y gran parte del continente europeo. Su paleta de colores es más clara con colores más vivos, características muy importantes”, complementó.
Entre las piezas de la muestra destaca el biombo de cuatro hojas «Escenas de fábulas», recientemente adquirido por el Museo Soumaya y que prestó para la muestra, así como la pintura “La coqueta y el jovenzuelo”, de Jean-Honoré Fragonard, y dos grabados presentes en el montaje Mozart en Viena.