(AP) — El resentimiento y la desesperanza fueron los factores que influyeron en la elección del joven empresario Nayib Bukele como presidente de El Salvador. Pero para gobernar y cumplir sus promesas electorales va a necesitar el apoyo no solo de las fuerzas sociales sino también de los partidos políticos tradicionales, que dominan la Asamblea Legislativa.
Como ya lo habían pronosticado todas las encuestas Bukele, de 37 años, arrasó en las urnas y superó ampliamente a todas las fuerzas contendientes para ser declarado ganador con más de 53 por ciento de los votos.
Ahora tendrá que empezar a cumplir su carta fuerte de la campaña, la creación de una Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador para terminar con la alarmante corrupción.
Bukele, que se postuló por el partido de derecha Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), dijo en una entrevista reciente con The Associated Press que en los últimos años se han robado del erario unos mil 500 millones de dólares.
También prometió construir cuatro nuevos hospitales, un aeropuerto en el oriente del país y un ferrocarril que recorrerá toda la zona costera; ampliar un gravamen a las tierras agrícolas ociosas y aplicar un impuesto al valor agregado diferenciado, que sea mayor para los bienes de lujo y menor o exceptuado para la canasta básica y las medicinas.
“Este gobierno nuevo va a ser débil. Es que institucionalmente no tiene apoyo legislativo”, señaló a AP Álvaro Artiga, profesor de Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.
Para Artiga, la nueva administración “estará en una situación todavía más complicada” que el actual gobierno del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que tiene 23 diputados.
Si Bukele continúa su alianza con GANA solo contará con 10 diputados, más uno del partido Cambio Democrático. Para aprobar una ley necesita 43 de los 84 votos de los diputados de la Asamblea Legislativa.
La derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) cuenta con 37 diputados, sus aliados del Partido de Concertación Nacional tienen nueve y el Partido Democracia Cristiana tres, suficientes para controlar cualquier decisión en el Parlamento.
Por primera vez en la historia de El Salvador, la Asamblea cuenta además con un diputado no partidario.
Artiga dijo que Bukele va a tener que demostrar que es diferente “a los mismos de siempre” y construir un gabinete “que no son los amigos, los familiares, todo de lo que se ha acusado a los mismos de siempre y que él no lo puede repetir, porque la gente votó en términos de rechazo”.
Bukele se inició en la política abrazando la bandera roja de los exguerrilleros, pero sus constantes críticas a la cúpula del FMLN terminaron con su expulsión del partido.
Algunos pensaron que ésa sería su muerte política, pero no desistió y en tiempo récord formó el movimiento Nuevas Ideas, aunque encontró trabas para inscribir a su partido.
Se unió al partido Convergencia Democrática, pero el Tribunal Suprema Electoral lo canceló. Cuando todo parecía perdido y faltaban sólo dos horas para que terminara el plazo para inscribirse como aspirante a candidato, Bukele logró un acuerdo con el partido GANA que le “prestó el vehículo” para ganar las elecciones.
Para el excomandante guerrillero y actual analista político Salvador Samayoa, el rechazo al FMLN y a Arena, que han gobernado el país en los últimos 30 años, fue el que llevó a Bukele al poder. “Es el resentimiento de la clase media urbana con las elites del país. Ese fue el tema, nunca fue que el candidato es mejor, más honesto, más sano, más capaz”.
“Es obvio que el candidato (de Arena) Carlos Calleja era mejor… pero no se trataba de eso. Yo creo que había ya un nivel de resentimiento”, agregó.
La mayoría de quienes votaron por Bukele lo hicieron cansados de la alarmante corrupción y los graves problemas económicos y la galopante violencia. Ahora esperan que el elegido cumpla sus promesas.
“Yo voté, todos en mi familia votamos por Bukele porque estamos cansados de estos gobiernos de Arena y del FMLN que lo único que han hecho es robarse el dinero. Ya nadie les cree”, dijo a AP, Manuel López, de 42 años, cuando se encaminaba a iniciar sus labores en una empresa comercial.