Una fecha tan extraña para que acontezca algo gigantesco en el mundo del futbol como el 14 de agosto quedará marcada para siempre en la historia del Barcelona a causa de la derrota bochornosa, por 2-8, ante el Bayern de Múnich, en los cuartos de final de la Champions League.

Este ha sido el colmo doloroso de una temporada nefasta para el Barcelona, la primera sin títulos desde la 2007-2008, la última de Frank Rijkaard en el banquillo y Ronaldinho en el terreno de juego.

El curso comenzó con el recuerdo de Anfield presente y la llegada de dos jugadores que venían a darle una nueva cara al once inicial azulgrana, el holandés Frenkie de Jong y el francés Antoine Griezmann, los cuales se han quedado muy lejos del nivel esperado, especialmente el último, que llegó desde el Atlético de Madrid.

Mañana, domingo, hará un año que el Barcelona disputó el primer partido de esta temporada tan larga por culpa de la pandemia del coronavirus. Fue en partido de Liga en San Mamés, donde el conjunto azulgrana cayó por un gol de chilena de Aritz Aduriz en el último suspiro.

Pero el Barcelona trampeó la situación y logró victorias de mérito, como el 0-1 en el Wanda Metropolitano ante el Atlético de Madrid o el 2-1 al Inter de Milán en el Camp Nou, combinadas con derrotas inesperadas ante rivales claramente inferiores como el 2-0 en el campo del Granada o el 3-1 en el del Levante.

Finalmente, Bartomeu destituyó a Valverde el 14 de enero de 2020, después de empatar a dos en el RCDE Stadium y de la derrota por 2-3 ante el Atlético de Madrid, en las semifinales de la Supercopa de España celebrada en Arabia Saudí. Cuando la noticia fue oficial, diferentes medios de comunicación ya habían explicado que Óscar Grau, el director general del club, y Éric Abidal, el secretario técnico, habían viajado a Doha (Qatar) para fichar a Xavi Hernández. El de Terrassa se negó a aceptar la oferta.

El escogido fue Quique Setién, quien llegó con la fama de entrenador ofensivo y de ser un firme defensor del juego de posición. De hecho, lo demostró en su primer partido, en la victoria ante el Granada, cuando el Barcelona realizó mil 5 pases y tuvo una posesión del 82.5%. Parecía que alguna cosa podía cambiar.

Pero fue un espejismo. Poco a poco el santanderino se fue rindiendo a las demandas del núcleo duro del vestuario, el cual mostró más de una vez su disconformidad con los aspavientos de Éder Sarabia, el segundo de Setién, y el planteamiento del Barcelona volvió a ser tan directo y alejado del juego de posición como el de Valverde.

Durante el tramo de Liga después de la pausa, el Barcelona vio cómo se le escapaba La Liga con los tropiezos ante el Sevilla, el Celta y el Atlético de Madrid y el distanciamiento entre el cuerpo técnico y el vestuario se hizo más que evidente en los recesos de refresco de los partidos. Finalmente, el Barcelona perdió matemáticamente el título en favor del Real Madrid la noche en la que el Osasuna venció 1-2 en el Camp Nou.