La comunidad científica en Puerto Rico alerta ante el peligro que sufren cuatro especies de coquí, anfibio nativo de la isla similar a una pequeña rana, cuya supervivencia está amenazada por el cambio climático y un hongo que acechan a un símbolo nacional cuyo típico sonido se oye cada día al caer la noche.
El profesor de Biología en la Universidad de Puerto Rico Rafael Joglar, que ha estudiado a esta especie desde hace décadas, explicó este jueves a Efe que estas cuatro especies de coquí corren el riesgo de seguir la suerte del coquí Palmeado, el coquí Dorado y el coquí de Eneida, que no han sido vistos ni escuchados desde 1976, 1981 y 1990, respectivamente.
El coquí pertenece al grupo de los anfibios, pero a diferencia de las ranas y los sapos ponen sus huevos en condiciones terrestres, alejados de agua, de donde nacen ejemplares en miniatura sin pasar por una etapa acuática de renacuajo.
El coquí no tiene membranas entre los dedos de sus patas y las puntas de sus dedos terminan en unos discos que les permiten trepar por la vegetación.
«Son anfibios muy delicados», subrayó Joglar, tras indicar que debido a que están dotados de una «piel desnuda» son especialmente sensibles al cambio climático en el mundo, del que no se escapa Puerto Rico.
EN PUERTO RICO EXISTIERON 17 ESPECIES DE COQUÍ
El biólogo precisó que en Puerto Rico existieron 17 especies de coquí, a las que hay que restar las tres citadas que desaparecieron, razón por la que es momento, dijo, de llamar la atención para que no ocurra lo mismo con el coquí Caoba, el coquí Martillito, el coquí de la Montaña y el coquí Grillo.
En menor medida, también es preocupante la situación por la que atraviesa el coquí Guajón, especie adaptada a vivir en unas cuevas, conocidas localmente como guajonales, cuya distribución está limitada a la Sierra de Pandura, en el sureste de la isla.
Joglar destacó que el cambio climático es una de las razones obvias de amenaza, debido a que es la causa de menores lluvias y por lo tanto menos humedad, lo que es fundamental para la supervivencia del coquí.
«Otro de las causas de peligro para el coquí es un hongo quítrido, el batrachochytrium dendrobatidis, que ha sido identificado como el hongo patógeno que ataca la piel de los anfibios y ha estado presente en Puerto Rico al menos desde la década de los setenta del pasado siglo, que es cuanto se pierde al coquí Palmeado», indicó el profesor universitario.
Joglar matizó que, evidentemente, el coquí en general, entre el que el conocido como común está ampliamente repartido en Puerto Rico, no está en peligro, si no que se trata de una amenaza sobre esas especies citadas que tienen un hábitat determinado con una extensión geográfica limitada.
ESPECIES QUE SOLAMENTE VIVEN EN PUERTO RICO
Las especies que viven en la isla solamente se pueden encontrar en Puerto Rico, aunque hay otras en distintos puntos del Caribe.
«Al igual que en el resto del planeta, en Puerto Rico se ha documentado una tendencia al aumento de las temperaturas y de periodos de sequía, particularmente en la década de los setenta y los noventa», dijo.
El biólogo subrayó que no se trata solamente del hecho de perder una especie con todo lo que eso conlleva, si no de lo que significa este anfibio para la cadena animal.
«El coquí es importante por razones ecológicas, ambientales, económicas y culturales», sostuvo.
Recordó que son los depredadores nocturnos más importantes de la isla, ya que se alimentan principalmente de insectos y otros invertebrados pequeños.
Si el coquí faltara sería letal, ya que actúa como un control biológico de poblaciones de especies que son dañinas para la agricultura, según subrayó.
Además de ser importantes depredadores son también presa para muchas especies que se alimentan de ellos, como lagartos, culebras, aves y muchos invertebrados, siendo así importantísimos en las redes alimentarias en Puerto Rico y el Caribe.
«Pero no es solamente todo esto, ya que tiene un componente emocional como símbolo de Puerto Rico», indicó el científico.
El coquí se deja notar al caer la noche en todo Puerto Rico con un sonido melodioso que provoca sorpresa en el turista.
El sonido de este pequeño anfibio suena algo parecido a un «co-qui, co-qui» que emiten los machos para advertir con el «co» del límite su territorio a otros ejemplares, mientras que con el «qui» llaman a las hembras y las invitan a la actividad reproductiva.
El volumen del sonido que emiten puede ser tan fuerte que se sitúe entre 92 y 100 decibelios, lo que lo convierte en un espectáculo de coro de voces nocturnas que difícilmente se puede reproducir en otra parte del mundo.