Los científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han profundizado en el estudio de las fallas sísmicas que subyacen bajo Ciudad de México, confirmando la existencia de al menos dos nuevas fallas principales: Mixcoac y Barranca del Muerto. Estos descubrimientos se enmarcan dentro de un contexto más amplio, ya que, según los expertos, existen indicios de otras fallas similares en el norte de la ciudad, las cuales podrían ser responsables de los recientes microsismos registrados en la capital.

Las fallas principales, definidas como aquellas con una longitud mayor de 4 kilómetros, representan un riesgo significativo. Víctor Manuel Cruz Atienza, sismólogo de la UNAM, señaló que estas fallas emergen en la superficie y pueden observarse en las barrancas del poniente de la ciudad. De hecho, están siendo investigadas las barrancas más al norte, que podrían ser la expresión visible de nuevas fallas sísmicas. La Supervía Poniente, una importante infraestructura que conecta zonas residenciales y financieras de la ciudad, se sitúa sobre estas áreas vulnerables, lo que añade complejidad al riesgo sísmico de la zona​.

Un elemento crucial que los científicos están estudiando es el vínculo entre la actividad sísmica y la actividad humana. La sobreexplotación de los mantos acuíferos, exacerbada por la reciente sequía, ha generado un abatimiento del nivel del agua subterránea, lo cual podría estar relacionado con los sismos lentos detectados en mayo y diciembre de 2023. Adicionalmente, las fuertes lluvias recientes han provocado un incremento en la actividad sísmica en otras fallas, desencadenando una serie de microsismos en la capital​.

La investigación sugiere que no se debe subestimar el potencial peligro de estos microsismos. Aunque suelen tener magnitudes bajas, no superiores a los 3.2 grados, su proximidad a la superficie —en algunos casos a menos de 1 km de profundidad— los convierte en un factor de riesgo considerable para zonas urbanizadas como el Ajusco o el Periférico. Estos eventos podrían causar deslizamientos en áreas montañosas y daños en infraestructuras ubicadas en zonas vulnerables de la ciudad​.

La UNAM está liderando estos estudios con una serie de equipos sismológicos portátiles que les permiten reubicar con precisión los epicentros y rastrear la actividad de estas fallas. Los expertos insisten en que las ciudades densamente pobladas, como Ciudad de México, deben tener en cuenta el impacto potencial de estos sismos locales, sobre todo en términos de infraestructura y planificación urbana. Si bien estos estudios aún están en desarrollo, los investigadores advierten sobre la importancia de actuar con base en los hallazgos para prevenir un desastre mayor, similar al que ocurrió en el terremoto de 1985​.