El canciller del Reino Unido, Boris Johnson, cuestionó la participación de su país en el Campeonato Mundial de Fútbol, que se celebra este verano en Rusia, a raíz del grave incidente sufrido por el exmilitar y espía ruso, Serguéi Skripal, y su hija, Julia, este fin de semana.
Ambos están hospitalizados bajo sospecha de haber ingerido o inhalado una «sustancia desconocida».
«Si se confirman las sospechas de los diputados, tendremos que mantener una conversación seria sobre nuestra relación con Rusia», adelantó el ministro tras recordar el asesinato por envenenamiento de Alexander Litvineko, de cuya responsabilidad las autoridades británicas atribuyen «probablemente» al Kremlin.
El ministro en una comparecencia parlamentaria de urgencia expresó que le resulta «muy difícil imaginar que la representación del Reino Unido en la Copa del Mundial pueda seguir adelante de un modo normal».
Johnson aseguró a los diputados que el Gobierno conservador «responderá apropiada y robustamente» si la investigación del presunto crimen contra la familia Skripal aporta pruebas de «responsabilidad estatal».
El canciller se privó en todo momento de apuntar con el dedo a Rusia y adoptó en cambio lo que describió como la «fórmula de las sospechas de los miembros» de la cámara baja del Parlamento de Westminster.