Hace unos días el delegado de la SEPH en Hidalgo, Raimundo Ordoñez Meneses presumió a través de redes sociales unas zapatillas de 16 mil 950 pesos, que compró para obsequiar a su pareja sentimental.
El hecho que puede ser meramente anecdótico cobra una importancia significativa en una sociedad marcada por la desigualdad económica y por la carencia de oportunidades. Deja claro, por si alguien todavía lo duda, que existe una diferencia significativa entre la clase política y la clase trabajadora.
Según se sabe, el delegado, percibe un salario de 130 mil 626 pesos, sólo por debajo de los trabajadores de la PGR y de la Policía Federal, que ganan 171 mil 901 pesos y 145 mil 300 pesos al mes.
Es decir, el espléndido delegado gana 128, 225 pesos más que un trabajador que recibe al mes 2,401 pesos por 30 días de trabajo; hay que recordar para tal efecto, que el salario mínimo equivale a 80 pesos diarios. Esta descomunal diferencia es lo que lacera a la sociedad e impacta directamente en el humor social. Porque el delegado percibe 54 salarios mínimos al mes.
Si seguimos con los números el gasto de los zapatos que realizó el delegado sólo equivale a poco más del 10% de sus percepciones mensuales. Nada para quitar el sueño. Pero lo que ofende son las formas tan despreocupadas que el funcionario federal utiliza para exhibir su poder adquisitivo.
En un libro de reciente publicación (Mirreynato. La otra desigualdad de Ricardo Raphael) se analizan los casos como el que nos ocupa. En donde la soberbia y las ganas de resaltar en altas esferas de la sociedad obligan a los inseguros y faltos de autoestima a publicar en redes sociales todos sus excesos y divertimentos.
Según Ricardo Raphael uno de los problemas más graves de México es “la absoluta falta de empatía con nuestras élites políticas por su creciente frivolidad y ostentación”. Ser político en este país es sinónimo de conducirse con exceso y mal gusto, manejar grandes camionetas, hacerse seguir de un séquito de personas de seguridad, vivir en fraccionamientos exclusivos y viajar a lugares excéntricos. Todo lo anterior, sin embargo, tiene que ser presumido a través de redes sociales para reafirmar su poderío.
Lo malo es que esa futilidad a veces es celebrada. En lugar de resultarnos deleznable – como cualquiera pudiera pensar – hay quienes juegan a imitar esos modelos de vida “exitosa” y de ahí se derivan una serie de trastornos.
A la hora que escribo estas líneas se extiende en las redes sociales otras implicaciones sobre la imprudente fotografía. Ahora resulta que Raimundo Ordoñez no cumple con sus obligaciones legales al evitar el pago de una pensión alimenticia. En cambio, no tiene inconveniente en gastar 17 mil pesos en zapatos para su nueva pareja.
Más allá de su vida personal. Lo que debe quedar claro es la imprudencia y soberbia del personaje. No se puede justificar bajo ningún concepto el mensaje que envía el delegado. Su redacción denota una alta dosis de arrogancia al decir: “Misión cumplida, que trabajo encontrar tus zapatitos edición especial (…)”
Estos desplantes le restan mucho a la credibilidad de los funcionarios que no tienen reparo en presumir sus lujos. Pero eso sí; a la hora de las campañas, en el momento de pedir votos o cuando se trata de ganar adepto se muestran tan sencillos y empáticos.
Enrique López Rivera
Twitter: @2010_enrique