La Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) ha hecho una advertencia a la Federación Mexicana de futbol para que terminen los gritos de los aficionados mexicanos en el momento que el portero rival realizaba un despeje. El ahora mundialmente famoso grito de: “¡heeeee puto!”. Una pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Por qué es tan importante para la FIFA erradicar este grito de los estadios de futbol?

La razón oficial de la FIFA es impecable: se trata de una campaña contra la discriminación, específicamente hacia las personas con preferencias sexuales distintas, en este caso, los homosexuales. Para la FIFA este grito de los aficionados mexicanos busca dañar, discriminando. En los estadios de futbol se han producido otro tipo de actos discriminatorios que han sido objeto de duras sanciones como arrogar plátanos a la cancha o hacer ruidos imitando a un primate cuando está jugando un futbolista de piel negra.

Para hacer un análisis más profundo de lo que está detrás de esta acción de la FIFA podríamos recurrir a Norbet Elías, quien analizó la evolución de los deportes modernos para demostrar que aun dentro de estas competencias (que tienen como antecedentes prácticas deportivas mucho más violentas donde uno de los resultados posibles podría ser la muerte de uno de los contrincantes como en el boxeo griego) existe un interés de los estados modernos por ampliar su “monopolio en el uso de la violencia”. Las asociaciones, ligas y reglamentos dentro de los deportes modernos buscan garantizar la mayor seguridad y el menor daño posible a los participantes. Es decir, convertirlos en prácticas más “civilizadas” donde la violencia sea cada vez más moderada.

Para los que han seguido este deporte, existe una clara evolución de los reglamentos del futbol hacia una mayor protección de la integridad de los jugadores; en los ochenta este deporte era mucho más violento. Los reglamentos comenzaron a sancionar con mayor severidad aquellas acciones o gestos realizados por los jugadores que demostraran hostilidad hacia un rival o los árbitros. El último espacio donde el proceso de civilización en los estadios permanecía inconcluso son las tribunas.

Me parece una discusión inútil la que ha tenido lugar en México sobre los distintos sentidos que la palabra P… pueda tener en nuestra cultura. El hecho es que se está usando una expresión que en su origen tiene una intención de violentar al otro, es decir, es un acto de hostilidad. Sin embargo, se trata de un tipo de hostilidad colectiva que, por este hecho y su claridad, es considerado por una autoridad como contrario a la expansión de una idea de civilización. A continuación, explicaré por qué.

La globalización del futbol (la FIFA tiene más países afiliados que la Organización de Naciones Unidas) y su éxito televisivo (las transmisiones de partidos de futbol son algunos de los eventos más vistos a nivel mundial) le exigen a este deporte un creciente control sobre las prácticas que tienen lugar durante las transmisiones en vivo a fin de continuar con la expansión de las ganancias y los patrocinadores. Las federaciones de futbol han puesto en práctica distintos tipos de medidas para disuadir la agresión física entre los aficionados (dentro y fuera de los estadios), aunque estas prácticas permanecen lo hacen en menor medida. Ahora la FIFA ha decidido que le ha llegado el tiempo a lo que dicen los aficionados. En este sentido lo que resulta más amenazante para la Asociación Internacional de Futbol no es tanto el grito en sí (dentro y fuera de la cancha se dice y gritar todo tipo de maldiciones e insultos siendo esto una práctica ampliamente reconocida) sino la masividad del grito y que por su singularidad y claridad sea distinguible para todo el mundo. Dicho en otras palabras, el grito de los aficionados mexicanos desafía la construcción de civilización en los estadios en el mundo. El panóptico mundial que ahora vigila los partidos de futbol no permite que se realicen masivas expresiones de hostilidad considerada ilegal por una autoridad.

El grito tal vez desaparezca y con él se logre un creciente control de lo que hacen los aficionados en las tribunas. Pero probablemente este conjunto de medidas tendrá el efecto contrario al que se busca: atraer más aficionados. Esta no es una hipótesis descabellada, el box actual sufre una creciente pérdida de interés de parte de los aficionados y una de las razones de ello (por supuesto no es la única) son las reglas actuales que le han quitado mucha de su agresividad. Nuevas formas de deporte de contacto físico violento como la UFC han ganado mucha audiencia probablemente como una forma de resistencia al control estatal a toda forma de expresión violenta. Como propone Norbert Elías en su libro El proceso de civilización los impulsos violentos del hombre pueden ser controlados por los estados, pero no significa que desaparezcan, sino que se acumulan y manifiestan de formas ocultas o no controladas. El evitar el grito de puto en los estadios no hace este deporte menos violento lo hace más vendible y controlable.

 

Dr. Mario Alberto Velázquez García