Recuerdo con resignación aquella ciudad donde no pasaba nada. Ese lugar donde la vida se paralizaba los domingos, donde no caminaba nadie por sus calles pasadas las diez, donde no había ningún osado que mantuviera abierto su negocio por las noches. Esa Pachuca parecía encapsulada en el tiempo.
A pesar de la cercanía con la capital del país, Pachuca mantenía su aire provincial. Sus calles representaban suaves remansos a comparación de la vida tan agitada del Distrito Federal. Incluso durante muchos años en la entrada sur había un letrero que rezaba: Pachuca ciudad tranquila.
Esos tiempos ahora añorados contrastan con lo que se vive actualmente. Hoy, por desgracia, la inseguridad acecha sus calles, sus comercios y su vida cotidiana.
Ante este escenario, lo que ocurrió hace unos días cuando unos maleantes atacaron a una pareja para robar el dinero que recién habían sacado del banco, es muestra de cierto nivel de descomposición social. Cual más si lo ocurrido fue a plena luz del día con persecución de autos y balacera de por medio en céntricas calles de Pachuca.
Hay que reconocer, con cierta angustia, que la capital del estado de Hidalgo había permanecido ajena (por algún tiempo) de casos violentos como ocurren en otras ciudades. Las noticias de fines de semana con decenas de muertos en México se vuelven a repetir. Llevando a los ciudadanos de algunos lugares como Guerrero, Estado de México, Tamaulipas, entre otras entidades; a que la violencia y el asesinato sean parte de una realidad.
Con este caso Pachuca entra en una dinámica compleja. No se trata de un caso aislado el cual podamos olvidar con facilidad. Porque lo que pasó no fue un robo convencional; es decir, no se trata de unas personas dispuestas a sustraer dinero a otras. Lo que tenemos enfrente es un caso donde unos descerebrados abrieron fuego a media calle para robar a como diera lugar y sin medir consecuencias una jugosa cantidad.
En este sentido, vale la pena cuestionarse en qué momento se perdió la tranquilidad. Bajo qué esquema dejamos de ser la provincia pasmosa donde no ocurría nada.
Hay que hacer fortalecer los cuerpos de seguridad y construir un escudo social contra las inercias de violencia que están tratando de colarse en nuestra serena ciudad.
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