En estos días llega a territorio hidalguense la denominada Fuerza CONAGO (un grupo de 500 elementos de las policías locales de diferentes estados del país) para ayudar en la estrategia de seguridad que pretende implementar el gobierno actual. Dicha movilización se justifica por las condiciones de inseguridad que privan en la entidad.
Como es bien sabido, el estado presenta un considerable incremento en sus tasas delictivas derivadas por tres razones. Primero por el aumento del robo de combustible en zonas cercanas a Tula, donde grupos organizados han demostrado gran capacidad de fuego y estructura similar a las bandas de narcotráfico (o quizá sean los mismos grupos dedicados ahora a esta lucrativa actividad). Por otro lado, incrementa los homicidios dolosos. Casos enigmáticos como los de Tizayuca donde asesinaron a casi una docena de personas en una fiesta infantil es un ejemplo de tal circunstancia. Y por último, también aumentó el robo a vehículos en el territorio estatal.
Por tales circunstancias, el gobernador consideró pertinente solicitar apoyo. Bajo este esquema, no hay nada que cuestionar. Pero quizá sea momento de pensar a largo plazo. Porque en algún momento los elementos de seguridad que llegan hoy se tendrán que retirar; y en consecuencia, se hay que pensar en una estrategia para poder hacerle frente a estos problemas sin la ayuda de los otros estados, de la marina y el ejército.
Dicho en otras palabras, hay que empezar a tomar en serio la capacitación de los elementos de seguridad del estado, dignificar sus condiciones laborales, brindarles apoyos, incrementar sus salarios, prepararlos física y psicológicamente para las adversidades de su trabajo, en fin.
Estos paliativos de pedir ayuda en los momentos más complicados ayudan para salir del problema en el corto plazo. Pero a futuro tendremos que hacer algo con nuestros propios medios. Bajo esta óptica vale la pena invertir en más y mejores mandos de policía.
A lo anterior, habría que sumar otros elementos que inciden en la disminución de las tasas delictivas como mejoramiento de los espacios públicos, fortalecer el tejido social, involucrar a la sociedad civil en los programas de seguridad, en fin.
La estrategia de seguridad que mejor funciona es aquella que se implemente desde abajo. Con las personas que viven (padecen) la inseguridad. Sólo así se construyen estrategias efectivas para lidiar con los altos índices delictivos que imperan actualmente en la entidad. Lo demás son eventos protocolarios que sirven para montar espectáculos ficticios que pronto se olvidan.
Enrique López Rivera
Twitter: @2010_enrique