Ni la posibilidad de participar en una bolsa de ganancias de 1 millón 62 mil pesos alentó a 155 papeleros a participar en el Programa de Útiles Escolares 2017, que dejará a los que sí participaron un ingreso promedio de tres mil pesos.
Papelerías a las que inicialmente se les pidió una fianza de 15 mil pesos, la cual finalmente se eliminó, invitándose a participar a todos aquellos expendios interesados sin presentar garantía alguna.
De acuerdo a la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo (Canaco Pachuca), 500 papelerías de ocho municipios de Hidalgo se encargarían de la distribución de 212 mil 354 paquetes de útiles escolares, con un precio total de 5 millones 900 mil pesos, de los cuales los participantes obtendrán una utilidad del 18% del precio por paquete.
Sin embargo fueron sólo 345 los papeleros –como se les llama coloquialmente a los dueños de estos expendios-, que se inscribieron en el programa.
¿Pero qué fue lo que inhibió a 155 expendedores a participar en un programa en el que recibirán los paquetes de útiles escolares listos para entregar, y su tarea será recogerlos de un centro de acopio y llevarlos a las escuelas públicas, entregarlos a cambio de un vale, y esperar unos cuantos días a que el vale les sea recogido, se calcule su utilidad y esta se les pague?
La razón más fuerte fue, seguramente, cumplir con un requisito: formalidad económica, es decir, que las papelerías estén dadas de alta en el Servicio de Administración Tributaria (SAT), presenten declaraciones fiscales y paguen impuestos.
El “terror al SAT” como se le conoce al fenómeno de manera extraoficial, no es la primera ocasión en que da al traste a un programa que tiene por objetivo, según comerciantes consultados, llevares un beneficio que conlleva, sin embargo, su registro fiscal.
Entre estos programas se recuerdan, por ser más recientes, el de la distribución de “tabletas” Concanaco, que por un precio que fue reduciéndose hasta limitarse a unos cuantos pesos, los comerciantes recibían un aparato que les permite facturar electrónicamente, llevar el registro de ingresos-egresos del negocio, tener contacto directo con la página del SAT y, como extra, acceso a redes sociales e internet en general.
Pues, no, no se tuvo la respuesta esperada y fue una minoría quienes la solicitaron.
Fue el caso también del programa de tiendas de conveniencia Tuzo Exprés, en el que comerciantes con pequeños establecimientos recibieron financiamiento –con una participación económica de su parte, también-, para remodelar sus locales, surtirlos y anexar servicios como venta de tiempo aire y cobro de servicios públicos.
De medio centenar de tiendas Tuzo Exprés que abrieron sus puertas, por lo menos una docena de ellas han cerrado argumentando incosteabilidad.
La realidad es que con su vieja tiendita, se nos ha comentado, la pareja de jubilados, en muchos de los casos, se organizaban para atender él mientras ella cocinaba y limpiaba, y ella, mientras él salía a realizar trámites… entre ellos, cumplir con las nuevas obligaciones fiscales.
Y es que eso de la huella fiscal, de la fotografía del iris del ojo, de las multas por olvidar fechas de declaraciones y una contabilidad estricta, resulta intimidante para muchos.
Porque Lolita sonríe, pero Dolores tiene un rostro que aún da miedo.