¿Cuál es el objetivo  de la supervivencia después de la edad reproductiva? Si ya se ha asegurado que la especie no se extinguirá, ¿por qué seguimos viviendo? El propósito puede ser la transmisión del conocimiento, de la experiencia que facilite el camino de los jóvenes.

Durante siglos los mayores transmitieron su saber a los que les seguían. De esa manera eran una pieza básica para la continuidad de la especie humana. Dentro de cada familia, las historias que contaban los abuelos eran mucho más que anécdotas, transmitían observaciones, sentimientos e informaciones útiles para el desenvolvimiento de la vida. Recuerdo las sencillas historias de vida que contaban mi madre y mi padre. Generalmente era a la noche, después de cenar. Para el niño que era entonces tenían  un atractivo único y esa vida compartida tenía un valor inapreciable. Lo sigue teniendo hoy.

Ese hilo conductor se ha roto. La valoración de las personas por su capacidad de consumo descarta a la mayoría de los que ya no están trabajando. El culto a la juventud rechaza a quienes ya no lo son. Viviendas pequeñas y familias inestables completan el panorama de exclusión. Finalmente la destrucción de la intimidad por la telefonía celular y las redes sociales, dificultan o imposibilitan la comunicación cara a cara. Nadie o casi nadie escucha a los mayores que, sin interlocutores, se encierran en el mutismo.

Los relatos hilvanaban una forma de ver el mundo, una forma de estar en el mundo. Hoy los valores se intentan enseñar, con poco éxito, en la escuela. Pero la honradez, la lealtad, la satisfacción por la tarea bien hecha, el aprecio de valores superiores al dinero, se aprendían en la familia y se transmitían con el ejemplo de los mayores.

El mundo de hoy está hecho a la medida de los jóvenes. Simultáneamente hay cada vez más viejos, que se convierten en una comunidad excluida, ignorada y despreciada. Es un mundo infantilizado, sin memoria, donde todo parece nacer de la nada a cada instante. Es un paraíso para embaucadores  y políticos corruptos, ya que casi nadie tiene experiencia ni recuerda nada. Si se completa este proceso de estupidización masiva, no habrá vuelta atrás.

Porque lo que se transmitía no era sólo información. Si mueren todos los recuerdos, sólo habitarán entre nosotros oscuros reflejos de un pasado, y nos asaltarán sensaciones inexplicables, emociones que surgirán inesperadamente de lo más profundo y que no podremos decodificar. Cuando alguien muere, sus sueños, sus esperanzas y sus luchas, perduran en amigos, familiares y compañeros. Si cerramos la puerta que abren los que nos antecedieron, estaremos en la soledad más absoluta. Seremos los restos del naufragio. Y quizás entonces, en algún rincón del mundo, un joven escuchará a un anciano y podrá reanudarse el largo camino de la vida.

 

✉️ costiglia@yahoo.com