Todos hemos estado en una situación desfavorable de salud o cuando menos hemos escuchado historias en las que a una persona enferma le sugieren, le dicen, le aseguran que con tal o cual medicamento o menjurje se va a aliviar de su padecimiento; digamos que todos en algún momento nos hemos sentido con la autoridad para sugerir medicinas o tónicos que en apariencia volverá prácticamente a la vida a un enfermo.

Hablamos específicamente de la automedicación, que sin duda es una práctica milenaria que aún en nuestros días es tema de conversación en todos los círculos sociales, lo cual por supuesto pone en riesgo a la persona que hace caso de llevar a cabo esa práctica ancestral, porque sencillamente si no contamos con una cédula profesional que nos acredite como médicos, no somos más que merolicos tratando de dar consejos sin sustento.

Este hábito de ofrecer asesoría médica implica muchos riesgos, porque insisto, no todas las personas estamos facultadas para aconsejar la pócima inminente que curará nuestros males. Por poner un ejemplo, si alguien tiene tos sugerimos jarabes, si alguien tiene temperatura sugerimos tabletas, si alguien se fractura hay quienes aseguran que con un jalón todo vuelve a la normalidad, y claro está que eso no es otra cosa más que charlatanería.

Estoy convencido que no podemos tratar a la ligera temas que atañen a especialistas de la medicina, no podemos dejar en manos de alguien que lo único que tiene como experiencia es la edad nuestros padecimientos de salud, me queda claro que la gente que sugiere los medicamentos lo hacen con la mejor de las intenciones, pero sin saber que estas acciones pueden ocasionar daños colaterales.

Es muy cierto que desde la existencia de los seres humanos han existido los remedios caseros, que dan resultados y que son el origen de la ciencia médica a través de los años, pero debemos tomar en cuenta que los avances en esta materia han sido vertiginosos y que lo correcto siempre será acudir con un médico para que podamos ser atendidos por manos de un profesional sin que se presenten complicaciones a futuro.

Nunca falta el amigo, el vecino, el compadre, la comadre, el tío el compañero de oficina con iniciativa histriónica de medicina y asegura además, que con tal o cual medicamento se alivian los dolores ya sea de cabeza, de estómago o de lo que sea. Sinceramente cada vez que tengo la oportunidad de coincidir con algún personaje de esta naturaleza lo primero que le digo es: Por favor muéstrame tu cédula profesional donde acredite que eres médico. Cosa que en muchos casos genera una sonora carcajada o en otros una mirada casi asesina.

Si bien es cierto que hay medicamentos que solo se entregan con receta, hay un gran número de barbitúricos que pueden ser suministrados con el simple hecho de pedirlos, y es ahí donde inicia el problema, porque si las cosas salen bien pues en automático creemos que hemos encontrado el camino para nuestro alivio, pero también existe la posibilidad de que implique otras complicaciones que lo único que ocasionan es agravar la situación.

Seamos serios con nuestra salud, seamos responsables con lo que nos ponemos, nos untamos, nos tomamos, lo ideal es siempre acudir con un experto profesional en la materia, afortunadamente hoy en día existen diversos servicios de salud al alcance de todos.

Qué más da si nuestra tía, nuestra abuelita, nuestra comadre, nuestro vecino se sienten molestos por no hacer caso a sus sabias recomendaciones, se les agradece, pero estaríamos jugando a la ruleta rusa con nuestra salud. Conozco a muchas personas que son amos y señores de los consejos de médico, que aseguran y perjuran tener la poción mágica que nos aliviará, pero más vale un retobo que una complicación que nos perjudique letalmente.

 

Hasta la próxima

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