Ingresar al Servicio Médico Forense, por la causa que sea, es una de esas experiencias que cualquier persona quisiera evitar en la vida, ya que muchas historias dolorosas transitan por ese lugar.

Y aunque existe la idea de que en el Semefo únicamente se realizan necropsias, la realidad es que el 80 por ciento de sus servicios se proporcionan a los vivos, asegura la directora de los Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Hidalgo, Susana Peláez Lara, quien nos compartió el trabajo que lleva a cabo en este lugar.

Desde su oficina en el edificio de Servicios Periciales, la doctora Peláez nos invita a pasar al área del Servicio Médico Forense; caminamos un tramo de unos 100 metros para arribar al inmueble de canceles y ventanales, al cual en el frente se le ha colocado una lona negra con letras blancas que lo hace ver más lúgubre.

Amablemente nos hace pasar al Semefo donde apreciamos una amplia sala de espera y de frente la recepción, a la izquierda de la entrada enseguida nos hacen pasar a un consultorio donde tienen a cuatro médicos y un área de exploración; ahí hay una cama para auscultar a las personas, “a Semefo regularmente lo relacionan con cadáveres, pero el 80 por ciento de nuestro trabajo es con vivos en esta área, está abierto todos los días, festivos o no festivos”.

La directora nos notifica que Hidalgo tiene el buen hábito de que al momento que llegan los cadáveres inmediatamente comienzan a trabajar en ellos, no como en otros lugares donde sí tienen horarios y trabajan de 8 de la mañana a 7 u 8 de la noche, “aquí siempre está abierto las 24 horas”.

La necropsia empieza inmediatamente, y si acaso esperan a criminalistas o a quienes van a sacar fotografías, pero finalmente están disponibles todo el tiempo.

Al Servicio Médico Forense acuden las personas a quienes revisan integridad física (lesiones) o clasificación ginecológica, o bien las personas que tienen la desventura de acudir a reclamar o identificar algún cuerpo.

 

Los procesos del Semefo

En la sala de espera se encuentra una entrada de dos puertas blancas con grandes cristales, que tienen el consabido letrero de advertencia para que solo entren personas autorizadas, la cual traspasamos para acceder a un espacio muy amplio con baldosas blancas en las paredes, frío y silencioso con un olor penetrante del que nos cuesta trabajo precisar alguna analogía, pero sabemos es el olor de la muerte.

A la derecha, la doctora nos hace pasar a una pequeña habitación, que es el área de identificación en la cual un crucifijo bastante grande nos da la bienvenida, el cual con su presencia busca dar consuelo a los afligidos.

Pasamos la puerta con cierto nerviosismo, ya que en la habitación se advierte esa carga pesarosa del dolor y notamos que es ahí donde los familiares son colocados para realizar la identificación de las víctimas, pues a la derecha de la puerta hay un cristal templado, y del otro lado se observa una carretilla de metal, además de que el lugar es frío pues detrás del cristal se advierte un espacio que hacia adentro todo es un enorme refrigerador.

Aquí se prende la luz, se pone la camilla y se pone el cadáver, y a través de este cristal se va a hacer la identificación. ¿Por qué a través de este cristal? Porque nos permite manejar a las personas, en el sentido de que cuando lo hacíamos directo lo que hace la gente se le abraza (a su familiar), lloran, se lamentan, y para los familiares no pasa el tiempo, pero para nosotros ya pasan 15 minutos o 20 minutos, y entonces es muy difícil de agarrar (para separarlos) y la gente no lo entiende así”.

Refiere que mediante el cubículo y el cristal pueden manejar la situación, aunque hay casos en que las personas quieren verlos más de cerca porque quieren ver algunas características para corroborar, como tatuajes o lunares.

Al interrogar si existe acompañamiento para los familiares al momento de que van a hacer una identificación, comenta que invariablemente van acompañados del personal del Semefo, y en el caso de identificación de menores se hace para los padres un trabajo de psicología y contención, “en el caso de las mamás hablamos al servicio de psicología y vienen de inmediato a apoyarnos”.

Susana Peláez nos aclara que en el manejo de cadáveres ya no se usa formol, esto mientras nos pasa al área de los necrocomios, donde se realizan en forma física las necropsias.

Ahí llegan las ambulancias del Semefo para pasar de inmediato los cuerpos a una sala muy amplia que cuenta con dos mesas de metal donde se practican los exámenes forenses. Los cuerpos se trasladan en una especie de montacargas, además de que son pesados en una báscula especial antes de realizarles la necropsia.

En la parte superior de este espacio existe un anfiteatro, que es como una especie de aula con cristales desde el cual tanto estudiantes, personal de las academias de policía, abogados y quienes tramiten permisos pueden observar desde lo alto la realización de las autopsias.

Las mesas de metal están adaptadas para la realización del examen forense y se pueden desarticular para desplazar los cuerpos.

Al fondo de la sala del Semefo existe una mesa larga de metal, donde hay una báscula de mesa para pesar órganos, aditamentos para disecciones, bandejas de metal, algunos crucifijos y llama poderosamente la atención un extractor, el cual nos explica, se ocupa cuando los cuerpos traen mucha sangre y la tienen que drenar cuando existen hemorragias internas.

Con eso succionamos la sangre, ya que si no, como antes hacíamos, ya sea con un lienzo  mojábamos acá y ahora exprímelo, o con un vasito, así era la realidad”, comenta, ante el azoro del reportero, pero tranquiliza al decir, “ya estamos modernizados, afortunadamente nuestro gobierno nos provee de algunos instrumentos”.

A un costado del espacio existe un cuarto con un gabinete de rayos X, que única y exclusivamente se usa para cadáveres en los que se quedaron alojadas balas en el cuerpo, “esto cuando nos cuesta trabajo encontrarlas, porque es un indicio valiosísimo encontrar una bala en un cuerpo”.

 

Los candidatos a necropsias

Normalmente, por jerga común, los reporteros de nota roja cierran las notas con la conocida frase hecha: “fue trasladado al Semefo para realizarle la necropsia de ley”.

Al respecto, Peláez Lara nos explica que existen dos tipos de necropsias: las primeras son las necropsias clínicas, que son para investigación y se hacen en los hospitales y las practican los médicos tratantes o el patólogo, para las cuales se requiere el consentimiento de los familiares, de lo contrario, no se realizan.

Y las segundas, que ocupan a este reportaje, son las necropsias de ley, que se hacen en el Servicio Médico Forense “porque así lo dice la ley”.

En todo hecho violento donde hubo muerte violenta -homicidios, suicidios, accidentes-; muerte desconocida en donde no sabemos qué le paso; muerte súbita o muerte sospechosa, esos son los cadáveres que se van a traer aquí”.

Y ejemplifica, “yo sospecho que a mi abuelita la envenenaron, con esa simple sospecha se inicia una carpeta de investigación y se trae el cuerpo y ya tendremos que hacer los estudios”.

También si la gente sospecha que a su familiar no lo trataron bien en algún hospital, donde habría una responsabilidad profesional o técnica, se inicia la carpeta de investigación, y les llevan el cadáver.

Una muerte súbita, por ejemplo, yo digo que soy sana, aparentemente sana, no me quejo de nada ni tomo ningún medicamento; sin embargo, me caigo y me muero, esa es una muerte súbita, entonces, en las muertes súbitas a veces la familia dice ‘¿pero cómo es posible si estaba muy sano? Yo creo que le hicieron algo’. Y ahí es donde hay que hacerle necropsia”.

Para hacerla, el personal del Semefo siempre debe de tener una carpeta de investigación, “porque nosotros somos auxiliares del Ministerio Público”.

Explica que la ley menciona que todo este tipo de muertes es igual a necropsia, y por ello se llama necropsia de ley, porque la ley lo mandata.

Yo familiar no quiero que le hagan nada, lo atropellaron y no quiero que le hagan nada. Ya es por ley, no es de que yo quiera o no quiera, a diferencia de las necropsias clínicas”.

En el Semefo, en las cuestiones médico-legales, no hay dispensa de la necropsia porque es por mandato de ley, “así el familiar no quiera, se hace porque es por ley”.

 

Identificación de desconocidos

Saliendo de la sala existe un necrocomio más, donde impresiona la presencia de un cadáver con poco tiempo de llegado, el cual está envuelto en bolsas de plástico como si estuviese empaquetado, “aquí tenemos nuestro almacén temporal, con las sábanas con fluidos biológicos, las cuales se llevan a secar, y una pequeña fosa para el tratamiento de agua”, nos explica.

En el lugar hay un área de patología para realizar estudios y también una puerta de metal, parecida a la de una bóveda, donde detrás adivinamos que está el cuarto frío para los cadáveres.

La doctora nos dice que tiene capacidad para 12 cuerpos, “aunque tenemos ahorita más”, y explica que los acomodan para que tengan cabida. Más tarde nos dirían que están refrigerados 47.

En el Semefo hay un aula de clases donde también acuden organizaciones no gubernamentales que acompañan a personas que buscan a familiares en calidad de desconocidos, y ahí nos presenta a la doctora Chávez, odontóloga forense, que se encarga de identificarlos, “tenemos tres odontólogos para todo esto”.

Al consultarle sobre ese tipo de identificación, Peláez detalla que en esa aula, a los familiares y ONG que buscan a personas en calidad de desconocidas se les hace un procedimiento, pues les muestran en principio álbumes seleccionados con fotografías de los cuerpos no identificados, ya que se les pregunta previamente en qué año perdieron a su familiar.

Pedimos características y ya buscamos nosotros y ya les enseñamos los que pudieran ser, porque no somos tan salvajes de que vengan y decirles ‘pues ahí ten 5 álbumes y búscale el tuyo’”.

Me pongo en los zapatos de ellos, no me gustarían que me hicieran eso, nadie quiere venir a caer aquí, ni Dios lo mande”.