Lidiar con el dolor, y a veces, con el horror, requiere de cierto temple y de mucha vocación, pues las tareas del personal del Servicio Médico Forense son bien complejas, y a pesar del tipo de trabajo que tienen, la sensibilidad y el trato humano no se pierden.

Susana Peláez Lara, directora de los Servicios Periciales de la PGJEH, y Maricarmen Ramírez Ríos, coordinadora del Servicio Médico Forense, explican que además de las necropsias, en el Semefo se expiden certificados de integridad física, pues a los detenidos de inmediato se les evalúa su estado tanto en su ingreso como egreso de las instalaciones de la policía de investigación.

También expiden certificados de lesiones, “que es lo que más vemos aquí, y hacemos reclasificaciones de lesiones; exámenes ginecológicos, exámenes proctológicos, para caso de violencia sexual, hacemos certificado andrológicos, realizamos certificados de farmacodependencia, de responsabilidad profesional y técnica”.

Para ello, Servicios Periciales no sólo tiene instalaciones en Pachuca, sino también en Tepeji y Apan, “de ahí en fuera  trabajamos en instalaciones que son de las presidencias municipales”.

En Hidalgo, las necropsias también se hacen en Actopan, Ixmiquilpan, Zimapán, Jacala, Huichapan, Mixquiahuala, Tula, Tepeji de Río, Apan, Ciudad Sahagún, Tulancingo, Tenango, Metztitlán, Zacualtipan, Molango y Huejutla.

Además, la PGJEH ya hace peritajes informáticos y en veterinaria por la ley de protección animal, y cuenta con un laboratorio de genética que es de gran ayuda en delitos sexuales y homicidios, para ubicar y castigar a los responsables.

A pregunta expresa, Peláez Lara  aborda el tema de las personas que llegan en calidad de desconocidos, a quienes se les hace la necropsia, y si es posible, se les toman sus huellas de caractilares para subirlos al sistema AFIS, que es un sistema computarizado a nivel nacional, “si esa persona está registrada en esa base de datos, nos va a dar un hit, ¿Qué quiere decir? que nos lo identifica”.

También se les realiza un estudio de los dientes que se le llama identoestomatograma, para ver las características de su dentadura, porque se dice que no hay una boca igual a otra.

“Otro es el retrato, en personas en estado de putrefacción o que ya no se ven muy bien o vienen muy lesionadas de su cara, se puede hacer un retrato hablado, que es otro medio de identificación, además de las señas particulares como lunares, cicatrices, tatuajes y prótesis”.

Peláez destaca que la Procuraduría tiene para identificación el perfil genético, ya que se toma la muestra para hacer el perfil a través de ADN.

Un medio más para identificación son las radiografías, “vamos a suponer que tenemos ya o muy putrefacto o el puro esqueleto óseo del cadáver, y se sospecha que pudiera ser la persona, entonces nos dan una radiografía, lo comparamos con lo que tenemos, y podemos ver si es o no es”.

La doctora  Maricarmen Ramírez es quien hace todo un expediente de los casos, ya que se maneja todo un protocolo post mortem, donde se ponen muchas de estas características, “y si nadie viene ya a reclamarlo, entonces se hace todo lo necesario para mandarlo a la fosa común”.

Peláez menciona que lo ideal sería que el proceso antes de llevarlos a la fosa común fuera de 15 días a máximo un mes, “pero  en estas últimas fechas que quieren que todo se identifique, es imposible, si hablamos en una realidad”. A esto, la doctora Ramírez interviene, “los hemos tenido años, pero eso hace que se nos congestione mucho nuestra área”.

Peláez explica que se tiene un exceso de cadáveres, que no debiera ser, pues aunque el refrigerador va a detener un poco el proceso natural que sufre un cadáver, “no lo detiene por completo”.

Así que Servicios Periciales se debe de encargar de todo el trámite en MP y presidencias, para que las personas que llevan tiempo sin ser reclamadas, puedan ser sepultadas en la fosa común, lo cual requiere de una autorización y se documenta debidamente.

Mucho trabajo

Al momento del trabajo, la doctora Ramírez refiere que tenían 47 cadáveres en su cámara fría, que están en calidad de desconocidos, así como 20 osamentas, “todos tienen su archivo básico”.

“En su mayoría son hombres y tenemos a partir del año 2014, 15, 16 y lo que va del 17”.

Ambas refieren que el Semefo ya no está en condiciones de donar cadáveres a escuelas de medicina, porque algunos están en estado de putrefacción o pueden ser de delincuencia organizada, “entonces no les vamos a llevar allá un problema”.

“Sí nos lo solicitan, pero no tenemos muchos como para estárselos donando, aunque la ley si lo permite”.

Ambas reconocen que el trabajo los ha rebasado, por lo que ya se requiere de más cosas, ya que tanto el número de población, como la violencia, ha impactado en sus labores.

Al consultarles una situación que se comenta, sobre que las víctimas son despojadas de sus pertenencias, la doctora Peláez lo confirma, “sí, desgraciadamente sí, ya cuando llega la policía investigadora o nosotros ya los despojaron, en relajo nosotros decimos, ‘por lo menos déjenle la identificación’”.

Entre los pasillos del Semefo

“Cuando nosotros llegamos ya no hay nada, sobre todo eso es un problema para las familias de la persona que llega aquí en calidad de desconocida, pues los familiares estuvieron buscando varios días y finalmente el último lugar al que quieren llegar es aquí. Si nos hubieran dejado identificación, se les comunica de inmediato”, refieren.

 

Lidiando con el dolor

Para cuando las personas acuden a reclamar o identificar a uno de sus familiares, se les hace una entrevista previa con la odontóloga o una trabajadora social, donde se llena el protocolo Ante Mortem, donde la familia proporciona toda la información acerca del familiar que buscan, “si nosotros, por las características que nos dan, pensamos que es un cadáver que sí tenemos, entonces ya les empezamos a enseñar fotografías”.

Sin embargo, si está muy lesionado o en fase de putrefacción, a los familiares se les prepara para que sepan qué es lo que van a ver y no se impresionen, “pero también con la impresión luego dicen, ‘no es’”.

Por eso, empiezan mostrando fotos de ropa primero, algún anillo, algunos aretes, o lo que se tenga, y hasta el final se muestran las fotos completas o del rostro, “si ellos nos dicen que sí, ya los pasamos al área del identificación, para que lo vean directo y estén convencidos de que sí es o no”.

La doctora reconoce que esta etapa es la más difícil, pues al estar en la identificación, “nosotros mismos los tratamos de tranquilizar, a veces no dicen nada y cuando vemos ya se nos están cayendo (se desmayan) y pues los cargamos y siempre hay compañeros que nos ayudan, los acostamos en un sillón, les damos alcoholito, les tomamos la presión, lo que sea necesario, en otras  mandamos traer a psicología, para que les den atención”.

 

Vocación

Llama la atención que ambas funcionarias son mujeres y se han dedicado a esta labor, en el caso de la doctora Peláez por 32 años, y la doctora Ramírez, por 9 años, “sí es vocación de servir, yo digo que Dios nos hace a cada uno para un trabajo determinado”.

“Luego nos dicen, ¿Cómo ustedes como mujeres? Pero tenemos ese carácter, tenemos ese temple, yo que estudie medicina, nunca pensé estar en este lugar, básicamente la formación es clínica para ayudar a un vivo, (…) es mucha vocación y es un gusto por lo que uno realiza, finalmente lo que hacemos aquí es investigación, tenemos que investigar de qué se murió”.

Afirman que deben estar muy atentas y preparadas, ya que no se limitan solo al cadáver, sino checan muchos detalles del entorno, “esto es vocación y nos gusta nuestro trabajo, es algo para lo que estamos hechas”.

Peláez establece que para los familiares siempre va a ser difícil, “pues tengamos los años que tengamos aquí, si viene una mamá a identificar a su hijo, sus lamentos y su llanto me sigue haciendo así el corazón, me apachurra… es muy difícil lidiar con el dolor humano, porque aquí es el dolor de la gente”.

Empatía y vocación, necesarias en el Semefo

Asegura que las personas expresan el dolor de muchas maneras, “a veces ellos solitos se lo guardan”, pero también hay quienes reaccionan de forma inesperada, “a veces nos han llegado a culpar a nosotros, que por nuestra culpa se murió, ¿qué les dices?, ni modo que les digas que no, se tiene uno que aguantar y por eso se requiere ese temple”.

No obstante, aunque hay quienes se ponen fuera de sí ante el dolor, al tiempo se tranquilizan y meditan que no es culpa de los forenses. E incluso, tras asimilar la pérdida, agradecen la ayuda de los forenses, “también platicamos con ellos, tratamos de ayudarles a aliviar ese dolor, y mucha gente queda agradecida, tenemos ese tacto de abordar a la gente, hay quienes se dejan ayudar, otras que no”.

Interrogadas para saber cómo no volverse insensible en este tipo de trabajo, refieren que eso no sucede, ya que son conscientes de todos los casos, pues a veces lo único que regresan a los familiares “es un carboncito, que se quemó y nos llega un carboncito, eso ya qué le identifica a la familia, nada”.

“Eso depende de cada uno de nosotros, de todos esos buenos principios que nos enseñaron en casa, de cómo tratar a la gente, el respeto, el respeto a la gente, esa formación ya la traemos desde casa, así evitamos convertirnos en corazón de piedra”.

Tal es así, que reconocen que hay algunos casos que las han afectado mucho, como comparte la doctora Ramírez, “somos más sensibles, sí tenemos que separar lo que es trabajo y lo que uno siente, yo sí me he quedado con una experiencia, tuve un cadáver y se me quedó muy grabado, y sí me lo llevé hasta casa, la verdad si fue como dos meses y no dormía en las noches, hasta que fui y le hice varias misas y hablé con un padre, porque sí me lo llevé, tuve mucho estrés y sí me costó mucho trabajo sacarlo”.

En ese sentido, la doctora Pelaéz apunta, “debemos aprender a sacar fuera muchas cosas, pues las vivencias que tenemos aquí de cuando la gente viene a identificar a su familia, son fuertísimas, y de alguna manera debemos aprender a echarlas fuera, porque si no, pues ya estaríamos en Villa Ocaranza”.

Además, ver el dolor de la familia y también ver cómo un ser humano puede hacer ciertas cosas a otro ser, “en la forma, si hace que uno quede un poco espantado”, dice Ramírez.

Reconocen que el último momento de las personas les transmite cómo fue su muerte, “sí, se ve la actitud en la facia, hay unos que ves y dices, ‘mira que tranquilo se murió’, por la forma de su rostro, y hay otros que decimos, ‘ay, ya no lo quiero ver, cúbrelo’. Eso es en serio”.

Aseguran que queda una suerte de carga en el cadáver tras el momento de su deceso, “aquí lo que nos llega es todo lo horrible del ser humano, y nos siguen sorprendiendo, decimos ‘pues si no lo estuviéramos viendo y alguien nos lo platicara, no lo creemos’, diríamos que están echando a volar su imaginación, y no, vemos cosas terribles, y eso que estamos en Hidalgo, un estado tranquilo”.

La directora manifiesta que los casos que más le causan pesar, aunque pocos pero se dan, son aquellos donde los niños son maltratados y llegan sin vida por golpes, “siempre digo, este chiquito ¿Cómo se puede defender de un adulto?, cuando viene un adulto contra otro adulto, dices, bueno, pero cuando nos llega un niño o un menor golpeado, es cuando dices, ¿cómo se pudo haber defendido? ¿cómo pudo ser capaz alguien de hacerle esto a este pequeño?”.

Reconoce que a veces debe contener las lágrimas al momento de hacer su trabajo, “nos tenemos que aguantar, si no ¿cómo ayudamos a la familia?, ¿cómo te voy a ayudar si me pongo a llorar contigo? Te aguantas tus lágrimas, y haces lo que te toca, para que esta persona salga más rápido de su trance tan terrible”.

 

Desaparecidos

Los protocolos Antem Mortem/Post Mortem, nos explica la directora, que son para ayudar en el Plan Nacional de Personas Desaparecidas, son protocolos que fueron realizados e impulsados por la Cruz Roja Internacional, “nosotros acudimos cada año a esos eventos de Cruz Roja, ellos son los promotores de estos protocolos y nosotros los adoptamos, precisamente para la comunicación entre las Procuradurías, para que todos tengamos la misma información”.

Sin embargo, Hidalgo lo tiene todavía en documentos, ya que hay un software que hace falta y que aún no se tiene, “en el momento que tengamos ese software, ya vamos a poder hacer esa comunicación más rápida, porque todo es vía internet, en este momento sí lo tenemos documental”.

Peláez y Ramírez señalan que en Hidalgo sí se han podido encontrar a personas desaparecidas, “sí hemos tenido varios casos, y a pesar de que somos un estado pequeño, no tenemos muchos cadáveres en calidad de desconocidos, sí hay, pero no tanto como en otros estados”.

Ambas confirman que se ha logrado identificar desaparecidos, en particular de un lugar, “como colindamos con el Estado de México, es nuestro mayor proveedor de cadáveres, y sí se han logrado identificar cadáveres de allá, incluso de Veracruz, Puebla”, logrando muchas de esas identificaciones a través de perfil genético.

 

Colofón

A final de cuentas, lo que más llega al Semefo son las víctimas de accidentes, los hechos de tránsito son lo que más da trabajo, pero destacan que éstos han disminuido gracias a la aplicación del alcoholímetro, “ya sabemos que el alcohol y el volante no se llevan, sigue habiendo, pero sí disminuyó”.

Alertan que tienen más trabajo por atropellados, ya que la gente se atraviesa las carreteras y los casos fatales suceden cuando la gente se atraviesa alcoholizada, “la intoxicación por el alcohol hace que se pierda la percepción real de las distancias, la persona puede ver que viene lejos el carro, y piensa que sí puede cruzar, y se los llevan”.

Todo el tiempo hay trabajo en el Semefo, ya no hay temporadas específicas, como antes en diciembre, y advierten “ahora vemos que los jóvenes, los adolescentes, se alcoholizan a más temprana edad, hay más permisos de los papás, no los controlan”, pues afirman están llegando muchos jóvenes al Semefo.

Precisan que el Semefo no tiene el servicio de limpiar la zona donde quedó el cadáver, ni en carreteras ni en escenas del crimen, donde queda el lago hemático, “tratamos de levantar todo”.

Por último, Susana Peláez y Maricarmen Ramírez realizan una reflexión sobre su trabajo, ya que ellas atestiguan las consecuencias últimas de muchas cosas, “ahora los jóvenes requieren de ponerles límites, a los jóvenes hay que enseñarles principios, que no sean tan permisibles, se han perdido mucho los valores de las familias, desde casa, esos valores que no se pierda n, para ir fomentándolos en las personas”.