Mucho se ha escrito ya sobre la generación que llamamos millennials, jóvenes que presenciaron la migración digital o bien nacieron con ella como parte natural de su vida. Lo que no se ha considerado, sin embargo, son las lecciones que estos jóvenes imparten a líderes sociales, familiares y de educación cuando se trata de aplicar conocimientos, habilidades y valores en épocas de incertidumbre, como en el pasado terremoto del 19 de septiembre de 2017 en México.
Los millennials, según los expertos, son jóvenes que buscan gratificación pronta, no son fáciles de retener en un trabajo en el que no se sientan retados o en el cual no consideren que exista una misión auténtica. Optan por trabajos y estudios que aporten un sentido a la vida y entre otras características, no tienen miedo de experimentar con tecnologías emergentes.
Si bien esto sabemos de los millennials, ninguno esperaba encontrarlos organizando centros de acopio improvisados y también en otros bien coordinados. En los espacios públicos, se les veía canjear parte de sus talentos o habilidades a cambio de despensas para los damnificados. Los servicios incluían, pero no se limitaban a: cortes de cabello, tomas de presión arterial, piezas musicales interpretadas por ellos mismos o dibujos urbanos. Verlos en acción fue sin duda una grata experiencia pese a la conmoción por la que todos pasamos.
A semanas de lo ocurrido, la reflexión para la comunidad y la tarea para los partidos políticos, padres y maestros es de promover espacios adecuados y propiciar situaciones donde el talento de estos jóvenes pueda despuntar y alcanzar un potencial antes no considerado. Las instituciones educativas juegan un rol importante en donde el sentido humano, ética ciudadana y pago de una hipoteca social seguirá dando frutos en estas generaciones.
Yuli Olvera Austin
Profesora de Cátedra