En el año 1982, se estrenó en Estados Unidos una de las películas que se convertirían en un referente del cine de ciencia ficción, aunque para lograr serlo le costó varios años de revaloración, ya que en su año de estreno no solo fue un fracaso en taquilla, sino que también la crítica especializada la recibió de forma negativa.
Años después, varios críticos se tragaron sus palabras y consideraron esta obra del director británico Ridley Scott (Alien, Gladiador) como una obra poco comprendida en su tiempo por su forma de tocar temas existenciales y reflejar al futuro, contrario a todo pronóstico, de forma pesimista aunque no alejado de una visión más realista.
Han pasado 35 años desde que Scott dio su visión del 2019, donde se busca el exterminio de una legión sobreviviente de androides humanoides capaces de replicar hasta las emociones humanas, los cuales significaban una amenaza para la existencia de nuestra raza. Ahora, en 2017, se revive el concepto de Scott basado en la novela de Phillip K. Dick, para expandir este universo.
El elegido para dar continuidad a este legado cinematográfico del sci-fi, es el director canadiense Denis Villeneuve, quién en la pasada entrega de premios recibió el reconocimiento de la crítica con varias nominaciones, incluyendo la de dirección, por su también obra de ciencia ficción “La llegada”.
Del director se pueden recordar también cintas como “Sicario”, “Intriga” o “La mujer que cantaba”; cintas que han definido su estilo visual y narrativo, convirtiéndolo ya en uno de los directores contemporáneos más destacados de la industria.
“Blade Runner 2049” nos toma de vuelta al futuro distopico en Los Ángeles, California, donde conocemos al agente “K” (Ryan Gosling), un blade runner replicante (irónico), quién busca solucionar un peculiar caso que podría poner en peligro la mera existencia del ser humano ante un “milagro” que involucra a replicantes.
¿Recuerdas lo que es caminar por un museo mientras vez bellas obras de arte, y durante este recorrido te acompaña una música ambiental de estilo clásico pero a la vez potente?
Esta experiencia se replica en esta secuela, en primera, gracias al soberbio trabajo del veterano director de fotografía Roger Deakins (Sicario, Sin lugar para los débiles) quién juega con la luz y los entornos de una manera magnifica e hipnotizante; mientras que por otro lado, la música de Hanz Zimmer (El origen) y Bejamin Wallfisch es poco recurrente pero funcional al momento que se deja escuchar en la sala de cine.
El guion escrito por Hampton Facher y Michael Green acierta en varios aspectos. En primer lugar, logran llevarnos más allá de la zona conurbada de L.A., para poner en acción al protagonista en busca de respuestas (al igual que nosotros como espectadores), y en segundo lugar, introducir personajes indispensables para el desarrollo de esta, una trama solemne y contemplativa, pero funcional para lo que se quiere contar.
No lo voy a negar, la película, pese a su corta explicación para aquellos ajenos al universo, requiere del compromiso del espectador de haber visto y comprendido la cinta del ’82 para que conecte rápidamente con quién la vea. Aun así, fanáticos de la ciencia ficción podrán acercarse al clásico de culto gracias a la secuela y complementar su experiencia.
La cinta es parsimoniosa, contemplativa, y aunque a veces es reiterativa, el ritmo es meritorio. No es un clásico blockbuster hollywoodense, Villeneuve busca atraparnos en estos lugares místicos que recorren sus personajes, envolvernos y cuestionarnos sobre nuestra mera existencia como seres humanos.
Eso sí, pese a la actuación de Gosling y la reaparición de Harrison Ford como Rick Deckard, los guionistas dan un peso considerable a los papeles femeninos, donde quedan para el recuerdo una triada memorable conformada por Ana de Armas, Robin Wright y Sylvia Hoeks.
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