El cine nacional ha tomado desde su época dorada la tradicional fiesta del Día de Muertos como premisa para contar historias memorables. Es el caso, por ejemplo, de la película de Roberto Gavaldón protagonizada por Ignacio López Tarso: “Macario”.
Asimismo, cintas de otros países han tomado esta tradición para contar historias que permiten darla a conocer en otras partes del mundo; por ejemplo, la última cinta de James Bond “007: Spectre” se grabó en nuestro país y se usó el Día de Muertos para dar dramatismo a la misma; o incluso la cinta animada “El Libro de la Vida” de Jorge R. Gutiérrez, producida por Guillermo de Toro, retoma a su modo las tradiciones mexicanas para desarrollar esta simple comedia familiar.
Ahora tocó el turno de Pixar y Disney de poner atención a esta tradición y producir lo que originalmente iban a llamar “Día de los Muertos”, pero por cuestiones de tradiciones, terminó titulándose simplemente “Coco”.
“Coco” nos cuenta la historia de un niño mexicano llamado Miguel, quien ante todo sueña con ser un gran músico como su ídolo ya fallecido, Ernesto de la Cruz. Pero por culpa de un suceso del pasado que dejó marcada a su familia, su sueño se ve truncado; hasta que por accidente llega al Mundo de los Muertos, donde buscará no solo conocer a su ídolo, sino la verdad sobre su familia.
Sí, “Coco” es una gran campaña publicitaria sobre esta tradición, pero señores, ni nosotros como mexicanos hemos visto tal campaña para promocionarla, y menos con un alcance mundial, y ese es el gran mérito de esta cinta animada.
El equipo creativo de Pixar investigó a fondo no solo la tradición, sino esta cultura que solemos olvidar de lo que significa ser mexicano: el núcleo familiar que nos define. Este es el hilo conductor de la aventura de Miguel, hilo que da pie a este despliegue visual y narrativo del cual somos testigos una vez iniciada la aventura de este peculiar niño.
Como siempre, la casa animadora nunca falla, el color de la cinta, los efectos visuales, el trabajo de animación y diseño de mundos y personajes deleitan la pupila; aunado a esto, la soberbia música de Michael Giacchino, quien, a través de un sutil y deleitable homenaje a la música regional mexicana, dota de ritmo a cada secuencia que no hacen más que confirmar que el público que no es mexicano, será transportado a esta tierra.
Además de la banda sonora, la gran sorpresa es que esta resulta la primera cinta musical de Pixar, pero no cualquier musical, un musical que se remonta al género aplicado en el cine de oro de nuestro país, que nos hará recordar clásicos del cine con el que muchas generaciones de mexicanos hemos crecido.
Pero como todo no puede ser perfecto, la historia peca de ser demasiado predecible, retomando elementos ya vistos en cintas pasadas de Pixar, aunque el desarrollo guía bien a la película hacia el acertado final que no es de lagrimita fácil, sino de una emotividad que se va construyendo durante todo su metraje.
A comparación de “El Libro de la Vida”, Lee Unkrich se toma en serio la tradición, no la demerita con chistes fáciles y situaciones forzadas. Todo el equipo creativo encuentra el núcleo de la tradición y la usan a su favor.
“Coco”, lejos de hacernos sentir satisfechos con el homenaje que hacen a nuestra querida tradición, trasciende al punto de que invitará a quienes vean la cinta en otras partes del mundo, a enamorarse de la misma por las razones correctas, demostrando porqué ésta nos define como sociedad, y porqué es necesario que perdure.
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