Estamos a unos días de conocer a los candidatos que postularán los diferentes partidos políticos para contender en la elección de 2018. Y ciertamente, las expectativas se concentran en los aspirantes a la presidencia de la República; pero no hay que perder de vista que en el estado de Hidalgo vamos a elegir además a Senadores, Diputados Federales y Diputados Locales. De tal suerte, que será posible tener una larga lista de políticos que aspiran a uno de esos cargos de elección popular.
Al respecto, cada que existe la posibilidad de usufructuar un puesto de elección popular aparecen los advenedizos como José Guadarrama, Francisco Xavier Berganza, Gerardo Sosa, Moisés Jiménez, Arturo Aparicio, Carlos Romero Deschamps, José Antonio Rojo y otros de la misma estirpe que viven de la política.
Casi podría asegurar que la mayoría de los personajes antes citados aparecerán en la boleta electoral. Porque así ha ocurrido en los últimos años. Ahora bien, que podemos hacer los ciudadanos para sacudirnos a esos personajes de siempre. La respuesta parecería sencilla: no votar por ellos. Pero el fondo del problema no es sólo dejar de votar por aquellos que han encontrado una gratificante guarida en los cargos públicos. Lo que está de fondo es que los mismos institutos políticos han creado compromisos muy fuertes con estos personajes.
Ahí hay que considerar un mecanismo de ingeniería electoral que permite crear una serie de mafias en el poder. Me refiero a la representación proporcional que los partidos utilizan (de manera desviada) para pagar favores y hacerle frente a compromisos políticos. Aquel mecanismo legal que nació con la idea de hacer más plural los órganos legislativos (Cámara de Diputados y Senadores) ahora se presta a otros fines. En particular, incluir ahí a los personajes que por sí solos no podrían ganar una elección. Ya sea porque son impresentables ante la sociedad o bien porque no cuentan con un mínimo de capital político.
En ese sentido, una consecuencia natural de los ciudadanos es la apatía. Porque con frecuencia vemos los mismos rostros en las boletas electorales saltando de puesto en puesto con el único objetivo de perpetuarse en los cargos.
De ahí que algunos ciudadanos organizados han abierto un frente común para exigir a los partidos (a todos ellos) una serie de cuotas para personas que no están vinculadas a la política electoral y que podrían refrescar la oferta en los próximos comicios.
La idea no parece mala pero también existe el riesgo de que aquellos ciudadanos se vean mermados por las apabullantes maquinarias partidistas y no puedan actuar libremente. Ese es un riesgo. Pero lo indispensable es tener una renovada clase política en México y en el estado de Hidalgo.
Ahora bien, mencioné algunos nombres que seguramente buscarán una candidatura al Senado. Hay que cerrarles todas las puertas a esos acaparadores. Ya basta de tener una clase política tan pobre (de ideas) y tan ambiciosa de poder. Hay que exigir a los partidos apertura a otras representaciones que traten de dignificar a la política desde ópticas renovadas y actuales.
Enrique López Rivera
Twitter: @2010_enrique