Ahora sí que no hay manera de esconderse de la avalancha de promocionales electorales que desde el jueves pasado invaden los medios electrónicos de todo el país (o casi).

Desde el jueves pasado y hasta dentro de seis meses y medio (o menos) estamos siendo sometidos a 59.7 millones de spots que tienen como propósito destacar las virtudes, propuestas e ideología (si la hubiera o estuviera definida) de partidos, precandidatos, candidatos y autoridades en materia electoral, quienes aparecerán en televisión y radio.

Esto equivale a que desde la fecha señalada se difunden 304 mil promocionales diarios desde las seis de la mañana a la medianoche, en 3 mil 111 concesionarias de radio y televisión.

Las emisoras deberán transmitir los mensajes de la elección federal y de los 30 comicios locales.

Según los expertos en el tema, esta tormenta de spots plantea revisar el modelo de comunicación política, a 10 años de su vigencia, pues desde 2007 se aprobó una  reforma electoral que se basa en la prohibición para que terceros compren dichos productos promocionales de radio y televisión, por aquello de evitar que otras manos que no sean meramente política interfieran en el proceso.

Estos mensajes, de 48 minutos diarios en una jornada electoral, son con cargo a los tiempos del Estado y el Instituto Nacional Electoral (INE) es el único encargado de distribuirlos.

Según medios periodísticos de circulación nacional, esta gratuidad debe mantenerse para no encarecer más las campañas, pero incluso partidos que impulsaron ese esquema coinciden en que debe mejorarse.

No sólo por la cantidad y cuestionable eficacia de esos promocionales dentro de un debate informado, también por la disminución de las audiencias de radio y televisión.

Ante tal número de promocionales de radio y televisión habría que esperar que el contenido no se limite solamente a propuestas políticas de los partidos y los aspirantes, a señalamientos y a guerra sucia, sino que se produzcan contenidos en lengua indígena de tal suerte que los grupos étnicos conozcan cabalmente las propuestas y no únicamente sean traslados a los mítines políticos.

Esto sobre todo porque como una manera de garantizar la participación de personas de origen indígena, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ratificó las cuotas de género e indígenas en 13 distritos, así como para encabezar fórmulas al Senado y la Cámara de Diputados.

El INE estableció que por lo menos en 13 de los 28 distritos indígenas se deberán postular a personas que se autoasuman  como indígenas y además, deberán ser seis mujeres y seis hombres.

Se trata de los distritos que concentran a casi 60 por ciento de la población indígena del país y se ubican en Chiapas, Guerrero, Hidalgo, Oaxaca, San Luis Potosí, Veracruz y  Yucatán.

Además, se desearía que los espacios televisivos dedicados a la promoción electoral  se desarrollen en lenguaje a señas para atender a las personas con sordera.

Y qué decir de las personas adultas mayores que requieren un manejo especial de la información, así como propuestas concretas a su situación general. Además habría que considerar a las y los “millennials”, quienes en estos momentos representan un nicho de mercado en el que los partidos políticos están apostando por captar su atención por tratarse de una generación que sin duda puede influir en el triunfo del candidato que vaya a resultar el presidente de la República,  además de los otros cargos en juego (senadores, y diputados federales y locales).

En fin que los dados están en el aire y tenemos un largo tiempo durante el cual veremos desfilar personajes, discursos, mentiras, propuestas, desatinos, ataques, verdades, enredos, juramentos e infinidad de verbos, artículos, sustantivos y toda clase de palabras que pretendan arrebatarnos un voto a favor de…

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