Según el Informe de Reporteros Sin Fronteras (RSF), este año fueron asesinados en el mundo treinta y nueve periodistas. En el primer lugar de esta deshonrosa lista se encuentra Siria con doce decesos y en segundo México con once.

Este dato es escalofriante para todos, no sólo para el gremio. Porque hay que recordar que la madre de todas las libertades es – justamente – la libertad de expresión. Si se aniquila la voz de quienes informan la sociedad pierde uno de sus derechos básicos, el derecho de la información.

México tiene que hacer algo al respecto y lo tiene que hacer ya. En dicho esfuerzo tendrá que participar sociedad y gobierno para mantener resguardada aquella libertad suprema de informar e informarse a través de distintos puntos de vista y quienes ejerzan esta profesión no tengan que padecer las penurias de temer por su vida.

Suena drástico que en territorio nacional este 2017 tenga el deleznable segundo lugar en el mundo de muertes de periodistas. Este escenario desnuda uno de los grandes pendientes que tienen las autoridades en la materia.

Se puede leer en el informe que “los periodistas que abordan temas como el crimen organizado o la corrupción de los políticos sufren de manera casi sistemática amenazas, agresiones y pueden ser ejecutados a sangre fría”.

En el informe se recalca que la mayoría de los asesinatos acumulados en México, tanto de este año como de anteriores, siguen sin castigo. “La impunidad se explica por la corrupción generalizada que reina en el país, patente sobre todo a escala local, ámbito en el que los miembros del gobierno a veces están coludidos con los cárteles de narcotráfico”, señala el grupo.

Todavía no terminábamos de lamentar los datos vertidos en el informe cuando nos enteramos que esta misma semana hubo otro deceso. Se trata de un reportero de Veracruz, Gumaro Pérez, quien fue acribillado durante un festival navideño en el colegio de su hijo. No se ha esclarecido si el asesinato estaría directamente vinculado a la labor de Pérez, aunque este ya había reportado amenazas por su trabajo en el pasado.

No se olvidan los casos de Miroslava Breach, reportera del periódico La Jornada asesinada en marzo, ni en el de Javier Valdez, uno de los más destacados reporteros mexicanos dedicados a cubrir temas de narcotráfico y quien fue asesinado en mayo.

Aunque, Reporteros sin fronteras hace un fuerte diagnóstico sobre la profesión periodística en México, no es la única organización que da seguimiento a estos temas. Por su parte, Artículo 19, sostiene que han desaparecido este año “por lo menos veintitrés reporteros”. En un balance semestral, dijo “haber recibido reportes de 60 amenazas, 56 ataques físicos o al material de trabajo y de 67 actos de intimidación. La mayoría de estos fueron cometidos por funcionarios”.

Aunado a lo anterior, no hay que olvidar que este año salió a la luz —en un trabajo que publicó The New York Times – en donde se sostiene que algunos de los periodistas más críticos del gobierno o que destaparon casos muy sonados de corrupción durante el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto fueron espiados por un programa llamado Pegasus. Dicho programa, según se informó “interviene los teléfonos celulares –puede prender a distancia la cámara y el micrófono, así como revisar todos los contactos, correos y más– a partir de una liga adjunta en un mensaje”.

Según la publicación “los mexicanos afectados por el programa espía recibieron esa liga en mensajes alarmantes que, por ejemplo, pretendían tener información sobre un amorío que tenían sus parejas o sobre una emergencia familiar”.Pegasus, según dijo el fabricante, es un programa que solo puede ser adquirido por gobiernos y que únicamente puede ser utilizado desde las computadoras y sistemas en los que se instaló.

Ahora que todos los reflectores se encuentran en la esfera electoral, vale la pena hacer énfasis en los pendientes que se tienen en materia de asesinatos a periodistas. En particular, es indispensable resolver los casos de los once que perdieron la vida este año según Reporteros Sin Fronteras.

Ojalá que alguno de los candidatos a la presidencia (y otros actores políticos) nos dieran alguna luz sobre su estrategia para combatir esta aterradora realidad.

 

Enrique López Rivera

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