A tan solo unos días de que concluye el 2017, debemos tomarnos un poco de tiempo para reflexionar, para encontrar la paz interior, para convivir con la familia y hacer un balance de lo que nos ha ocurrido a lo largo de un año. Creo que eso es lo que debemos hacer para empezar el año venidero con vigor, con fortaleza, con nuevos planes y con la esperanza de que sea mucho mejor de lo que ha sido este que termina.
Seguramente habrá quienes hayan lamentado muchas cosas durante este 2017, porque tal vez tuvieron pérdidas irreparables, pérdidas materiales, de trabajo, de salud o algo que los haya marcado para el resto de su vida. Pero seguramente habrá quien haya encontrado en este año que está por terminar una luz en el camino, prosperidad, la consolidación de algún proyecto, el recibimiento de un ser querido o que haya ocurrido algo trascendente que lo hará inolvidable.
Todo dependiendo de lo que nos haya ocurrido, es como calificaremos el año que ya se va. Pero vayamos a cosas que de manera general podríamos analizar y que seguramente la gran mayoría coincidimos, si hemos logrado llegar hasta esta etapa de nuestra vida, es porque seguramente tenemos salud que es lo principal, tenemos algún motivo en la vida que nos da el impulso para seguir adelante y sin importar que a lo largo de un año haya altas y bajas, sencillamente tenemos el deseo de caminar a paso firme.
En lo particular tengo mucho que agradecer, la salud, el tener a mi familia a mi lado, tener empleo, tener todos los día a donde ir porque alguien me espera y fundamentalmente me siento en paz conmigo. Después de esto, todo es sumar, todo es experiencias, todo es parte de mi crecimiento como persona y también profesionalmente.
Tal vez haya perdido algunas cosas, pero nada que no pueda superar, tal vez haya sido objeto de algún engaño que me ha hecho perder algún recurso, pero es parte del aprendizaje que la vida me ha enseñado. No cabe duda que a pesar de los años no dejamos de aprender y lo acepto como algo que tengo que superar y seguiré adelante.
Pero hay cosas verdaderamente importantes que me dan motivos mucho más valiosos para continuar viviendo con entusiasmo e ilusión. Sin duda mis hijos Fernanda y Santiago son el motor de mi vida y que todos los días llenan mi corazón con sus sonrisas, con sus ocurrencias, con su inocencia, con su alegría y con su amor; aunque también me han enseñado a conocer lo tolerante que puedo ser y la capacidad que tengo para amar a una persona.
Por supuesto mi amada esposa María Antonieta, es una persona muy importante y valiosa en mi vida, pese a nuestras diferencias, pese a que nuestro entendimiento es distinto, hemos logrado caminar juntos por muchos años y a pesar del paso del tiempo mi corazón sigue latiendo intensamente.
Mis padres, Patricia y Enrique todos los días me siguen enseñando que lo importante es dar sin esperar nada a cambio, me han enseñado la cordura, la paciencia, la tolerancia, son los mejores seres humanos que me pudieron tocar como padres, por lo que le doy gracias a Dios porque siguen a mi lado, y estoy seguro que lo estarán por muchos años más, porque siempre me harán falta sin importar la edad que tenga.
Mi hermana Sandra también es un pilar fundamental en mi vida, a quien admiro, con quien tengo mucho que compartir y a quien amo profundamente a pesar que nos cuesta trabajo coincidir.
Queridos lectores, es importante detenerse un momento para dar gracias, para perdonar, para tomar impulso y seguir adelante sin importar lo sinuoso que pueda ser el camino.
Deseo para todas y todos ustedes que el año que está por empezar, sea el mejor de sus vidas, que esté colmado de bendiciones, de salud y principalmente que pongamos todo nuestro esfuerzo para ser mejores personas.
Hasta la próxima
Twitter: @enriquerojas05