El 11 de diciembre de 2017 el presidente Donald Trump firmó la Directiva de Política Espacial 1, que tiene como objetivo revitalizar el programa de exploración humana del espacio y tener presencia humana en la Luna, que podría ser utilizada como base para la exploración humana a destinos como Marte. Se pretende que la NASA lidere el proyecto en forma conjunta con socios “comerciales e internacionales”.
La directiva sigue la recomendación unánime expedida por el National Space Council (NSC), dirigido por el vicepresidente Mike Pence tiempo atrás. El NSC es un grupo asesor que fue restablecido por Trump en Junio, y que encomendó a la NASA para entregar un plan para realizar viajes tripulados a la Lun y a Marte. Una vez que la NASA entregó la documentación, Trump hizo el anuncio. Hasta aquí las cosas han seguido un trámite normal.
Las objeciones comenzaron a surgir en cuanto al dinero necesario para financiar una empresa de este tipo. Según la revista “Forbes”, el porcentaje del presupuesto federal que se invierte en la NASA es muy bajo y sólo en 1959, el primer año completo de existencia de la agencia, hubo un porcentaje inferior.
También según la misma publicación, la anterior exploración humana de la Luna llevó al presupuesto de la NASA a ser casi un 5% del presupuesto federal. En la actualidad es de 0.4 %. Estas cifras alimentan el escepticismo sobre el anuncio de Trump.
Además del problema del financiamiento, que quizás pueda solventarse en próximos años, hay cuestiones técnicas a resolver. Desde el 2011 Estados Unidos no transporta a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional, debe pagar grandes cantidades a Rusia para que los transporte. Es una “afrenta” al orgullo estadounidense, aunque sea una solución práctica. Deberá poner a punto un vehículo para realizar la exploración humana de la Luna y quizás Marte.
La pregunta básica es ¿por qué regresar a la Luna? La respuesta más inmediata es: para preservar a algunos integrantes de la especie humana, dado el tremendo daño que se sigue haciendo al medio ambiente, crecientemente contaminado, o la posibilidad de un evento como el impacto de un asteroide o una guerra nuclear que comprometa el futuro de la humanidad.
Desde hace tiempo se viene barajando en distintos medios de Estados Unidos la posibilidad de crear una nueva rama de sus Fuerzas Armadas: la Fuerza Espacial, bajo la visión de que quien controle el espacio será el que gane en una futura guerra. Esta última explicación no es descabellada.