Estamos empezando el mes de febrero, considerado sobre todo por la publicidad y el consumo como el mes del amor, lo cierto es que todos los días deberían ser dedicados al amor, no solo para comprar o ir a un restaurante, sino para retomar el verdadero sentido del amor.

Ya había yo escrito al respecto que no únicamente existe el amor de pareja, que hay muchos tipos de amor, pero el que más se difunde y se ensalza es el primero.

Por cierto que el amor no es igual para los hombres que para las mujeres, para nosotras el amor romántico en éste sistema, es una obligación, nos convencen que literal, nacimos para amar, para los hombres no es así, a ellos se les impulsa a dejar sus emociones de lado, en suma a que dejen de ser seres humanos.

Así entonces lo vivimos de manera dispar, ¿cómo es posible entonces que podamos hacer pareja, si no coincidimos en lo fundamental?

Desde hace muchos años que las feministas han reflexionado sobre el impacto que el concepto de amor romántico tiene sobre las mujeres, la primera en describirlo con toda claridad fue Alexandra Kollontai reconocida revolucionaria rusa.

Así lo denunció a principios del siglo XX: “El amor romántico cumple una función social, como instrumento de dominación y de sumisión entre dos personas y también como una herramienta de control social del poder patriarcal para influir y construir las emociones y los sentimientos de la población, especialmente de la femenina”. Fuerte, muy fuerte, lo que dice Kollontai, pero cierto.

Toda la cultura amorosa nos pone a las mujeres y hombres en posiciones muy polarizadas y en consecuencia se abona así al mito de la media naranja, de la complementariedad, así entonces lo que pasa con los hombres cuando se divorcian, como no se les ha enseñado a ser personas autónomas, buscan criadas que los atiendan y los cuiden, nosotras, por nuestra parte, buscamos proveedores que nos mantengan, y el capitalismo nos ha hecho creer que esto es perfecto y está bien.

Sobre esto, uno de los teóricos del amor, Erich Fromm, escribió: “Bajo el concepto del amor romántico, hay una fuerte ideología capitalista y patriarcal que nos hace sufrir muchísimo. Somos una sociedad donde hay mucho romanticismo pero muy poco amor”.

Y es que gracias a toda ésta inercia tenemos el amor bastante naturalizado y escencializado: porque lo consideramos algo intrínseco, parece que está ahí, que lo sentimos todxs los seres humanos, que es incontrolable. Y eso resulta muy problemático, porque si es así, como comprendemos el amor, entonces nunca nos plantearemos la necesidad de reflexionar y discutir sobre ello.

Pues resulta queridas y queridos que es urgente y necesario reflexionar sobre el amor y proponer nuevas formas de relacionarnos, no estoy descubriendo el hilo negro cuando aseguro que la pareja, como la concibe el patriarcado, está en una crisis total.

Lo vivo en mi propia familia, de diez sobrinas y sobrinos que tengo, sólo una de ellas se ha casado y tenido hija, las y los demás nos lo han advertido, “no esperen que nos casemos ni que tengamos hijxs, así estamos bien”. Y no es que mi familia sea excepcional, está ocurriendo bastante.

Y cómo van a querer emparentarse si el modelo sigue siendo el mismo, ellos obligados a ser los proveedores, una friega la mera verdad, y ellas obligadas a ser las chachas, las esclavas, las sirvientas, otra friega la mera verdad.

Tenemos que dejar el modelo de amo y esclava, de dueño y propiedad, en pocas palabras, dejar a un lado las relaciones de poder, el poder de unos sobre las otras y para eso hay que pensar y mucho, para finalmente compartir privilegios, porque no cabe duda que es mucho más cómodo violentar que ser violentada.

Las feministas ya tenemos un rato haciendo la tarea, el amor ha sido uno de nuestros temas de reflexión, ahora necesitamos que los hombres le entren al toro por los cuernos, si queremos sobrevivir como especie, es necesario hacerlos.

Sobre las reflexiones y propuestas feministas para vivir de otra manera el amor, escribiré la próxima semana. !Abur!

 

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