La pasada entrega del Oscar, dentro de la categoría de Mejor Película, ganó la única representante de Latinoamérica en esa terna, “Una Mujer Fantástica”, película coproducida entre Chile, España y Alemania, dirigida por el del director chileno Sebastián Lelio (Gloria, 2013).
Lelio tenía contrincantes fuertes como la película sueca “The Square: El arte del absurdo” de Robert Ostlund y la cinta rusa “Loveless”, del director Andrey Zvyaginstev. A su favor, el director tenía el antecedente de haber ganado el Oso de Plata a Mejor Guion en la edición del 2017 de la Berlinale.
Aunque podría pensarse que el triunfo de la película de Lelio es en si el triunfo para el cine latinoamericano, es más importante el logro de haber ganado la ansiada estatuilla dorada por el mensaje que da sobre la inclusión y la diversidad en el cine.
Y es que la protagonista de esta cinta es nada más ni nada menos que Daniela Vega, cantante y actriz chilena transgénero que debutó en 2014 en la cinta “La Visita” del director Mauricio López Fernández, y la cuál la hizo merecedora de varios galardones y visitas a diferentes festivales de cine por el mundo.
“Una Mujer Fantástica” relata la historia de Marina, cantante transgénero que mantiene una relación amorosa con un hombre mayor, y que después de un inesperado suceso, tendrá que enfrentar la intolerancia de la familia de su pareja en búsqueda de que le sean respetados sus derechos como a cualquier ser humano.
Vega se entrega al personaje de forma sutil, pero a la vez poderosa y contemplativa, sintiéndose totalmente identificada con la situación que vive su personaje y dando matices actorales interesantes en cada situación que se le va presentando.
El guion escrito por el mismo Lelio y Gonzalo Maza trata de no caer en controversias sobre la diversidad y prefieren hacer una radiografía de la sociedad, el cómo se actúan ante situaciones que les son desconocidas y como la intolerancia se apodera de ellos ante sucesos que no necesariamente son causa del personaje principal.
Como avanza la historia, Marina se va enfrentando a situaciones y obstáculos que no buscan dramatizar su situación, sino más bien desarrollan un proceso de crecimiento de su personaje ante estas adversidades que le enseñarán sobre cómo afrontar un mundo poco comprensivo, y a su vez, también a valorar los destellos de apoyo y cariño a la situación que puede vivir una persona transgénero.
Pero más allá de todo esto, el personaje de Daniela Vega vive un viaje que va hacia la dignificación de la diversidad, sin importar la situación que vivan, donde por decidir ser quien ellos quieren ser, se les discrimina y rechaza.
Leilo logra un drama reflexivo, y no solo por tocar este tema que también ha sido tocado por varios directores en el mundo, sino por el desarrollo de su personaje principal y como lo encamina para hacer este reflejo más cercano a cómo ve Latinoamérica este tipo de temáticas.
Una de las últimas secuencias de la cinta, Marina, desnuda sobre su cama, toma un espejo entre sus piernas, y tras todo este viaje personal, se mira en el reflejo y no mira hacia sus genitales para ver que eso la define, sino ve su rostro, el que ella quiere ver y lo que quiere ser.
¿Ya viste la película que recién ganó el Oscar a Mejor Película Extranjera? ¡Sigamos la conversación en Twitter: @AlbertoMoolina!