En este mes de marzo, se inauguró el noveno Congreso de la Familia, actividad organizada por el Gobierno del Estado de Hidalgo y el Sistema DIF, el cual tiene como objetivo central reforzar los valores y fortalecer a las familias.
Bienvenida esa importante e interesante actividad que nos invita a entrar en muchas reflexiones respecto de la importancia que tiene la familia en la construcción y conformación de la sociedad, de la cual siempre se ha dicho es su célula y también agregaría a estas reflexiones, que es la primera instancia para el disfrute y respeto pleno de los derechos humanos.
En tal sentido y atendiendo a las circunstancias por las que atraviesa actualmente nuestro país, nos vemos obligados a analizar los aciertos y desaciertos que como sociedad hemos cometido, con toda la intención de reforzar lo positivo y corregir el rumbo en donde nos hemos desviado. Antes que nada, debemos ponderar nuestra característica como nación pintoresca, solidaria, hermana, con tradiciones culturales e idiosincrasia inigualables, símbolo de orgullo e identidad, producto de una construcción social de varios siglos.
Sin embargo, esos logros producto del esfuerzo y dedicación de las familias y de la sociedad, se ven empañados por diferentes problemas que se han asentado considerablemente debido a la indiferencia y la desatención en la que hemos caído tanto la sociedad como el Estado, pobreza, delincuencia, impunidad, corrupción e ilegalidad nos afectan seriamente y son tan notorios que muy lamentablemente además de afectarnos a los mexicanos, ya han trascendido a nuestras fronteras.
Apostarle al fortalecimiento de la familia es la mejor opción, porque es llegar a la raíz de muchos problemas y encontrarles solución por muy grandes y complicados que parezcan; de tal manera que si hemos podido construir un gran país, también tenemos la capacidad para hacerle frente y resolver sus necesidades. Es innegable que si en muchos aspectos nuestra sociedad está mal, si nos hemos equivocado, esto inevitablemente significa que muchas familias atraviesan por momentos complicados.
Diariamente nos enteramos de graves faltas cometidas dentro de nuestra sociedad, en muchas de ellas nos sorprendemos y, en otras, lamentablemente nos hemos acostumbrado, mismas que son cometidas por personas que pareciera no tienen la menor conciencia o sentimiento de pertenencia a su grupo social, ni dan muestra del menor arrepentimiento, los delitos a cargo del crimen organizado, los actos públicos de corrupción de muchas autoridades, la venta de drogas, los robos, secuestros y extorsiones, la trata de personas y el tráfico de órganos, han ganado terreno dañando considerablemente a la sociedad. Esto nos lleva a analizar las causas y los motivos por los que nuestra sociedad ha perdido muchos valores y formas positivas de convivencia.
A lo anterior, debemos sumar lo que ocurre al interior de un gran número de familias, lo cual tiene tiene que ver con el disfrute de los derechos humanos, porque es precisamente en el núcleo familiar en dónde ocurren las primeras, y en muchas ocasiones las más graves, violaciones a los derechos humanos. Es así que dentro del hogar y antes de que ocurra en el exterior, se truncan las esperanzas de muchas personas, se mutila su autoestima y se aniquila la confianza; la violencia familiar es el ejemplo más claro de estas violaciones, ocurridas en el lugar que precisamente debería ser el primero en protegerlos, impulsarlos y proyectarlos en beneficio de sus integrantes. Miles de personas salen de sus casas, disminuidas, golpeadas y discriminadas; con marcas que las estigmatizan durante toda su vida y que después las reproducen dentro de la sociedad.
Si bien es cierto que en materia de derechos humanos, la política internacional ha establecido que sus violaciones deben ser producto de la acción u omisión de las autoridades de un Estado, las ocurridas desde la familia de ninguna manera pierden relevancia por la gran trascendencia que tienen en nuestra sociedad y sin que intervenga alguna autoridad, ocurren infinidad de vulneraciones ocasionadas por los propios integrantes de la familia.
La atención de los derechos humanos, las formas para hacerlos efectivos y las reparaciones de los mismos, se han dejado a la política pública, cuando desde la sociedad podemos hacer mucho al respecto. La familia, la sociedad, el Estado y cada persona en lo individual, tenemos una responsabilidad para impulsar los derechos humanos, si bien el Estado asume una importantísima función complementaria de lo que realice cada familia, por lo que es muy importante fortalecerla, mantenerla unida y con principios.
La familia ha sido, es y seguirá siendo la base que debe generar todos los cambios en la sociedad y en el Estado; familias fuertes y unidas crean sociedades sólidas, solidarias y participativas, desde ahí comienzan nuestras grandes responsabilidades como seres sociales; se dice fácil, sin embargo existe dificultad para crear ese ambiente en muchos núcleos familiares, de tal manera que cualquier acción que desarrollemos para fortalecerlo generará una inercia positiva beneficia para todos. Fortalecer a las familias es afianzar el desarrollo y el futuro de nuestra sociedad y por consiguiente de nuestro querido México.