Criar a un hijo no es tarea fácil, el entorno en el que se va a desenvolver, pero sobre todo el ejemplo que se educa, con este efecto espejo o como solemos decir en México “predica con el ejemplo” para que sea una persona de bien.

El cineasta independiente estadounidense Sean Baker explora este tema en su última película “El Proyecto Florida”, que nos cuenta la historia de Halley, una joven madre soltera que vive en un motel con su hija de seis años, Mooone.

Sean Baker en locación de "El Proyecto Florida"
Sean Baker en locación de «El Proyecto Florida»

Moone desde la primera secuencia demuestra que, a pesar de su corta edad, es una niña bastante inteligente y llena de energía, se desenvuelve en este ambiente que refleja marginación, pero no por esto esta pequeña deja de buscar ser feliz con un toque de diversión y esta mente fantasiosa que caracteriza a los niños.

Por otra parte, la exploración de Halley como esta joven que vive en un estado de marginación y como literalmente deja de lado su responsabilidad como madre mientras se enfoca en vivir esta juventud que perdió al tener que cuidar de Moone.

Baker explora de inicio el entorno en el que conviven madre e hija, esta comunidad que refleja como este motel es la opción más viable para un sector de la población de Florida de tener donde vivir, en donde Bobby, el gerente del lugar, busca mantener en orden esta convivencia social y además, que siga funcionando como un hotel de paso.

Bobby, interpretado por un memorable Willem Dafoe, aunque de inicio podría parecer el antagónico de la historia al ser quien pone freno a las travesuras de Moone y sus pequeños amigos, termina siendo un catalizador entre esta peculiar familia disfuncional, caracterizado por un instinto paternal que se deja entrever, más no puede aplicar a sus seres queridos.

El guion se enfoca en este trio, pese a haber personajes secundarios que tiene más como objetivo denotar la personalidad de la niña y su madre, entre estos tres se explora una parte importante sobre esta humanidad que busca reflejar el director en su sexto largometraje.

Asimismo, en la parte visual, la película juega mucho con dos aspectos: tomas angulares para definir y presentar los lugares en donde se desenvuelven estos personajes; y el otro, el uso de un Handycam que sigue, por un lado, las travesuras y la forma de ver el mundo de esta pequeña niña, y por el lado de la madre, la decandencia que va viviendo.

Tal vez el único problema que afecta a la película es su ritmo, el cual toma un poco de tiempo para ubicarnos en este lugar con situaciones aleatorias y que no aportan tanto al drama, pero que como va avanzando empieza a tomar forma.

Lo que sí cabe advertir al espectador es que aquí no encontrará en las protagonistas personajes empáticos, ya que Moone es un reflejo de su madre, con una personalidad precoz y autoritario, pero que con la presencia de Dafoe ayuda nivelar la empatía y entender a ambos personajes desde una perspectiva que busca expresar que los hijos son reflejo de sus padres.

Al final, esta cinta independiente, pese a ir a su ritmo que puede ser un poco pesado para algunos, logra su objetivo narrativo y cierra con un final memorable que cierra el mensaje que Sean Baker busca trasmitir al espectador.

 

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