En España, una mujer que se llama Elisa Martínez hizo un experimento muy singular. Invitó a distintos hombres que se definen feministas a tomar cerveza y platicar sobre el tema.
Elisa, pudo así, establecer en tres cervezas la barrera que separa a un aliado feminista de un hombre regular. Dice Eliza, “si hablamos de cerveza escocesa que tiene una mayor graduación de alcohol, al quinto trago ya aparece el primer piropo”.
Con todos los hombres que participaron ocurrió lo mismo, luego de varios tragos, empezaron las proposiciones de verse más adelante y fuera del contexto del testeo, en un plan relajado y finalmente los clásicos insultos ante la negativa de acceder a la propuesta, “sois todas unas putas”.
No cabe duda que el sistema patriarcal encuentra la manera de seguir dominando y controlando a las mujeres, puede ser de mala manera, a través de la violencia, pero también de buena manera, a través de la seducción, y la manipulación de las emociones, lo que no se pierde es el objetivo.
Me niego a pensar que no hay un solo hombre que de verdad quiera y busque relacionarse con las mujeres desde la igualdad, la equidad, el amor, el compromiso y el respeto, de hecho, conozco a dos.
Pero mientras se encuentra al indicado, hay ahora decenas de simuladores, ésos, queridas, son los más perniciosos. Nos dicen lo que queremos escuchar, nos tratan cómo quisiéramos tratarnos a nosotras mismas y lo peor es que seguimos cayendo en la trampa.
¡Hagan la prueba de las tres cervezas, pero pidan ustedes cerveza sin alcohol!
Mis amigas del blog “Las princesas también friegan”, subieron un divertido gráfico al respecto, una rosa dibujada y el siguiente texto: “Muerto el príncipe azul, nos inventamos el hombre feminista. No tenemos paz”.
El pasado 8 de marzo, durante la marcha que hicimos las mujeres de Pachuca para exigir que se respeten nuestros derechos, estábamos en pleno posicionamiento en la Plaza Juárez, cuando un hombre con un mandil, rodillo en mano y distintas consignas feministas pintadas en su ropa, se subió de improviso al templete.
Lo tuve que bajar antes de que las y los periodistas sacaran fotografías, me acerqué y cordialmente le dije, “¡muchas gracias por tu apoyo!, te pedimos que vayas a la parte de atrás donde están todos los hombres que nos están acompañando”.
El joven accedió sin ningún problema y solicité entonces a las organizadoras que recordaran a las y los manifestantes el orden en que partiríamos a la marcha. A algunos hombres, les cuesta mucho trabajo entender, que en éste movimiento en favor de las mujeres, ellos no son los protagonistas, las protagonistas somos las mujeres.
Y tenemos que ser las mujeres, porque si no lo hacemos, corremos el riesgo de que ésta nueva ola del feminismo se diluya, o terminen los hombres diciéndonos qué y cómo hacerlo, con el objetivo de que no pase absolutamente nada y que las cosas sigan estando como hasta ahora, bien para ellos, mal para nosotras.
Concluyo la columna con lo dicho por Kelley Temple: “Los hombres que quieren ser feministas no necesitan que se les dé un espacio en el feminismo. Necesitan coger el enorme espacio que tienen en la sociedad y hacerlo feminista”.