En el barrio de El Arbolito, se celebró la 49 edición de la pasión y muerte de Jesucristo, con la asistencia de más de 3 mil 500 personas que acompañaron la escenificación a lo largo de las calles del emblemático barrio pachuqueño.

Rayaba el mediodía cuando enfrente de El Gato Montés ya se empezaba a congregar la gente que seguiría el camino que Jesús de Nazareth, personificado por Vicente Hernández Bautista, quien llegó entre azotes y empujones de los centuriones para dar inicio al viacrucis con el juicio ante Poncio Pilatos, que lo encarnó Alfredo Moctezuma Aranda.

Sorprendió que en la escenificación  Enrique Pichardo Ramírez, organizador e impulsor de este viacrucis,  no se encontraba ataviado en el papel de pretor o de alguno de los personajes, sino que iba vestido de civil supervisando el desarrollo de la Pasión, pues compartió que se había lesionado y no pudo participar en algún papel.

Ante la mirada de la gente, en la explanadita que presidía un caballo con un pretor y donde los centuriones echaban atrás a todos para hacer espacio, arrancó la escenificación con el juicio ante Poncio Pilatos quien manda azotar al nazareno, la remisión de Jesús ante Herodes, quien luego de ataviarlo con una capa morada y colocarle una corona de espinas que son reales en esta Pasión, lo devolvió de nuevo a Pilatos.

Poncio Pilatos hallábase en un balcón de la casa en que inicia la calle de Galeana, y luego de escuchar los ruegos de Claudia para que perdonase la vida a quien le había causado sobresalto en sueños por ser un justo, Pilatos recibió a Jesús, a quien la turba le exigía condenarlo, por lo cual, mandó llamar a Barrabás, personificado por un joven vecino del lugar, rapado y con barba, quien encadenado fue presentado junto a Jesús.

Ahí se dio la famosa escena en que los judíos en turba exigen la condena de Jesús y la liberación de Barrabás, a Pilatos le hacen llegar por la ventana una palangana donde se lava las manos y responsabiliza a los judíos de la suerte de Jesús, quien comienza su camino hacia la crucifixión, escoltado por varios centuriones, algunos de ellos jovencitos debutantes en esta escenificación de El Arbolito.

En el arco donde empieza la calle de Galeana, esperaba a Jesús una cruz de 100 kilos, que comenzó a cargar, acompañado de los dos ladrones que a sus espaldas, serían crucificados junto a él.

Vicente Hernández, en el papel de Jesús, inició la cuesta arriba sobre Galeana, y un poco antes de la Plaza del Popolo, ocurrió la primera caída, que presenciaban todos los vecinos, visitantes, así como gente en azoteas y balcones que acompañaron el recorrido.

Jesús dio vuelta en la calle de Reforma para proseguir su camino, donde algunos vecinos ya empezaban a regalar bolsitas de agua a los feligreses que acompañaban la Pasión. El cortejo siguió por la calle de El Porvenir, donde frente a la iglesia, María salió al encuentro de Cristo.

Frente a lo que fuera la famosa tienda de Las Quince Letras, al ver que Jesús cargaba con dificultad la cruz, entró Simón El Cirineo a auxiliarle, obligado por azotes de los centuriones, para que cargara la cruz un tramo.

“Cada espina y cada peso de esta cruz, eso lo hizo Jesús por ti, por amor a ti y para salvarnos del pecado”, se oía en una camioneta de sonido, al tiempo que el Cristo de El Arbolito volvía a tener a cuestas la pesada cruz, con que avanzó sobre la calle de Peñuñuri para que se diera el pasaje de que le limpiaran con una manta donde quedó impreso su rostro.

En la esquina de Peñuñuri y Prolongación Porvenir, se suscitó la segunda caída, de la cual Jesús se levantó hasta llegar otra vez a la calle El Porvenir, donde da consuelo a las jovencitas que ataviadas con túnicas, encarnaron a las mujeres piadosas de Jerusalén.

En esa subida, los centuriones piden a la gente hacer espacio al caballo, porque el manso corcel se podía resbalar en el concreto, mientras atrás, venía Jesús y los ladrones, con las espaldas enrojecidas y con algunas ampollas debido a los azotes. Así llegó la tercera caída, a unos metros del lugar que sería el Gólgota de El Arbolito.

Al final, un Jesús agotado de cargar la cruz, flanqueado por Dimas y Gestas con maderos sobre sus hombros y custodiado por decenas de centuriones con sus cascos dorados y lanzas de puntas rojas, hizo su arribo a la mina de El Porvenir, cuya explanada sirvió de Gólgota, para preparar al Cristo de El Arbolito, a quien le daban sombra con una manta roja, en lo que era crucificado en la cruz.

Un rayo de sol tolerable fue testigo del juego de las vestimentas de Cristo por parte de los centuriones, de la crucifixión e izamiento entre muchas manos, en primer lugar de Dimas, luego de Gestas, y al último de un agotado Jesucristo, quien pronunció “perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Allí se dio el diálogo entre Jesús y los ladrones, las últimas palabras y el fallecimiento de Jesús, además de la punción con una lanza de su cuerpo y la exclamación de los centuriones, de que éste en verdad era el Hijo del Hombre.

Al terminar la crucifixión, emocionado, quien dio vida a Dimas rompió en llanto al bajar de su cruz, mientras que Vicente Hernández, quien personificó por sexta vez a Jesús, fue bajado del madero y auxiliado por paramédicos de Protección Civil de Pachuca, que se lo llevaron en camilla a un domicilio por el agotamiento que sufrió.

“Recordemos que Jesús, hermanos, no está muerto, él venció a la muerte, a las enfermedades, a la pobreza, solo tienes que creerlo, que Jesús nos salvó. Somos salvos por creer en Jesucristo”, concluyó el sonido local, que aprovechó para agradecer a las autoridades, a la Cruz Roja, Protección Civil de Pachuca, policía y a quienes asistieron a esta 49 Pasión.

El mismo señor Pichardo agradeció a los asistentes su compañía, e informó que fueron 100 personas, vecinos de El Arbolito la gran mayoría, quienes participaron de este viacrucis, al que asistieron entre 3 mil 500 y 4 mil personas.

Para los 50 años del viacrucis de El Arbolito que se cumplirán el año próximo, el señor Pichardo compartió que será una celebración especial “si Dios nos presta vida”.