Se acerca una de las fechas más emblemáticas en el calendario de festividades mexicanas, el Día de la Madre. Fue precisamente reflexionando sobre éste día que hace muchos años me di cuenta de ese doble juego del sistema, pone a la madre en un altar inalcanzable, -¡un día!-, el resto del año, algunas de esas mismas mujeres son dominadas y sometidas.

Entre otras cosas, esa reflexión me llevó a cambiar la relación con mi mamá. Fue una mujer dominada y sometida como tantas otras, concluí entonces que ella seguía en éste planeta simple y sencillamente para ser apachada, para regresarle un poco de todo el amor y el cuidado que me brindó durante mi infancia, adolescencia y vida adulta.

Disfrutamos así de un vínculo muy cercano durante 30 años. Descubrí a una mujer muy inteligente, con un sentido del humor inigualable y una capacidad de amar como pocas.

Me decía mi terapeuta, Magaly Piña, que todas y todos rompemos en algún momento con nuestra madre, simplemente para reafirmarnos como seres independientes a ella. Pero me hacía notar también que no todas y no todos aprovechan las oportunidades que da la vida para reparar esa ruptura.

No hay una sola manera de ser madre, hay muchas, sobre todo se exige que las mujeres sean buenas madres, pero hay madres atípicas.

Estoy ahora al tanto del caso de una joven, casada y con dos hijos, que vive en la casa paterna, donde también habita su hermano casado y con hijos.

Miren, parece que se está escribiendo la crónica de la desgracia anunciada. El hermano de ésta joven es un hombre muy violento, desde niños él la ha sometido, ahora de adultos, la golpea y le desaparece sus instrumentos de trabajo, ella se defiende como puede.

¿Y tus padres que hacen ante eso?, le pregunté, “¡mi mamá siempre lo defiende, siempre ha metido la cara por él desde que somos niños, mi papá se queda callado!”.

En otro caso, hace algunos años estuvimos batallando junto con el DIF estatal para lograr que una madre permitiera a su hija ir a la universidad, el argumento de la mujer era que si ella no había estudiado que entonces sus hijas tampoco, que quería lo mejor para ellas y que estaba ocupada en encontrarles un “buen partido”.

En otra ocasión, mi pareja y yo convencimos a una amiga que apoyara económicamente también a su hija, no sólo a su hijo.

Así es, hay madres que privilegian la relación con sus hijos varones y rompen con sus hijas, de entrada decir que es una cuestión de género aprendida, dice el dicho «¡divide y vencerás!»; el sistema patriarcal nos quiere y nos mantiene a las mujeres divididas, los casos que acabo de mencionar son un ejemplo.

En mis talleres invito a las mujeres a amar a los hombres en su justa medida, ni más, ni menos; eso sí, nunca amarlos más que a nosotras mismas. Y hablo de todos los hombres, no sólo el novio o la pareja, también incluyo a los hijos, a los nietos, a los hermanos, a los padres, a los jefes, a los compañeros de trabajo, a los políticos, a los cantantes, etcétera.

Un pedido especial para las madres que tienen hijos e hijas: ¡quiéranlos y procúrenlos por igual, sean justas y equitativas con sus hijas por pura sororidad!, (hermandad entre mujeres).

Denles las herramientas necesarias para que puedan ser, libres, autónomas, sanas, personas completas, y así sus hijas encuentren a otra persona completa para compartir la vida, en igualdad, con equidad y con respeto, es decir una manera más sana de relacionarse.

Mi mamá murió a los 93 años, estaba completamente sana, simplemente dijo que ya no quería seguir, que ya estaba cansada, su proceso de partida llevó 27 días, como una velita se fue apagando.

Yo estaba tranquila, ella estaba tranquila, no nos quedó ningún pendiente, pocas horas antes de irse, cuando estaba en esos momentos de lucidez previo a la muerte, le lance un alegre beso al aire, ella me lo regreso con igual alegría juntando sus labios, ¡sabíamos que era el último!.

 

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