Los derechos políticos, también llamados derechos cívicos, son aquellos que dan la posibilidad a las y los ciudadanos de participar en la vida política principalmente a través del voto o sufragio, pero ¿votar es ejercer un derecho o cumplir una obligación?, ¿si es un derecho, se trata de un derecho humano?

Para dar respuesta a tales interrogantes, es necesario hacer las precisiones siguientes:

Existe una relación inseparable y necesaria entre los derechos humanos y la democracia. Hablar de la última es hablar de la participación de las personas en los asuntos que afectan su entorno, participación que se expresa mas no se agota, a través del voto. En palabras del Doctor en Derecho, Héctor Fix Fierro, el voto “es el derecho de participación política por excelencia, y consiste en la facultad que tiene el ciudadano de manifestar su voluntad en favor de los candidatos a ocupar cargos de elección popular de todo tipo”; de modo que entre más participativa sea la ciudadanía en la toma de decisiones de su comunidad, más estrecho resultará el vínculo con su gobierno, reflejando así mayor pluralidad y representación de cada sector de la población.

El derecho a votar, es considerado pieza fundamental de los derechos políticos o cívicos, los cuales son derechos humanos que posee toda persona cuando adquiere la calidad de ciudadano. Por ello, su diferencia consiste únicamente en que los segundos son gozados por todos los seres humanos sin distinción, mientras que los primeros serán disfrutados por todas las personas que reúnan los requisitos para obtener la ciudadanía de un determinado país que, en el caso de México y acorde con la Constitución Federal, la tendrán todas aquellas personas que hayan cumplido dieciocho años, tengan un modo honesto de vivir y obtengan su credencial de elector.

En el ámbito internacional, la idea de que los derechos cívicos o políticos son concebidos como derechos humanos ha sido bien afianzada desde hace décadas, siendo cada vez más necesario garantizar las condiciones para que se asuman como tal por parte de los países que, como México, han firmado y ratificado los llamados tratados internacionales.

Ahora bien, nuestra legislación nacional, con claridad establece que el voto puede entenderse de dos maneras, al señalar en el artículo 7 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales que “votar en las elecciones constituye un derecho y una obligación que se ejerce para integrar órganos del Estado de elección popular”, y añade que “también es derecho de los ciudadanos y obligación para los partidos políticos la igualdad de oportunidades y la paridad entre hombres y mujeres para tener acceso a cargos de elección popular”. La misma ley apunta las características de universal, libre, secreto, directo, personal e intransferible, que posee el voto. Es universal, porque tienen derecho a él las y los ciudadanos sin discriminación; libre, porque se ejerce sin ningún tipo de presión; secreto, porque públicamente no se conocer la preferencia electoral de las personas; directo, porque no existe intermediario entre elector y candidato; personal, porque las y los ciudadanos deben acudir personalmente a la casilla emitir su voto; e intransferible, porque el elector no puede ceder su derecho a votar.

Como se ha sugerido, la participación de las y los ciudadanos no se agota en ejercicio del sufragio, es decir, en votar y ser votado; forman parte de los derechos políticos el derecho de petición, el derecho a la información, la libertad de asociación, libertad de expresión, libertad de imprenta y libertad de culto, entre otros.

Por tanto, no todos los derechos humanos son derechos políticos, pero todos los derechos políticos serán siempre derechos humanos. Cabe aclarar que cuando esta serie de derechos cívicos que, como ya se señaló son derechos humanos, son ejercidos en un contexto de elecciones de cualquier índole, toman el carácter de político-electorales.

¿Y cuál es el papel que juegan los partidos políticos?, uno esencial, en virtud de que son las organizaciones colectivas por medio de la cuales las y los ciudadanos se integran al poder político tomando así parte en la vida pública de su comunidad.

Nos encontramos en tiempos de decisión, tiempos en que los partidos políticos nacionales han lanzado al terreno de juego electoral a sus candidatos para aspirar a ser los portavoces del electorado mexicano. Ante esta oportunidad histórica resulta importante concientizar a las personas, sobre todo a las apáticas e indecisas, acerca de la importancia de su participación y de la trascendencia de su voto en lo individual y lo colectivo, ya que ejercer el derecho a votar y cumplimentar su obligación, es sinónimo de democracia, única capaz de consolidar plenamente los derechos humanos.

He aquí la trascendencia de ejercer y defender adecuadamente este derecho humano, pues en la misma medida que se respete la voluntad cívica de las y los ciudadanos, en esa misma medida, podemos presumir, serán protegidos los derechos humanos por quien asuma el poder.