Basta comparar la cantidad de asesinatos que permanecen sin resolver con la población total de un país para tener una idea de cuántos asesinos viven sin ser detectados. Pueden ser nuestros vecinos, pueden ser en apariencia personas comunes y sin rasgos relevantes. Ciudadanos que trabajan, tienen una familia y pagan sus impuestos, pueden haber cometido o seguir cometiendo crímenes terribles. La forma de vida de las sociedades modernas donde los lazos comunitarios se han roto, y cada individuo es una isla, favorece esta convivencia con el horror.

Asesinos seriales son (sin pretender dar una definición) aquellos que cometen sus crímenes durante períodos de tiempo que pueden ser más o menos cortos, o extremadamente largos. Por otra parte, los asesinos que cometen múltiples crímenes en un solo evento, se clasifican como criminales masivos, o que cometen asesinatos en masa. Si estos últimos son generalmente capturados o muertos en el lugar de los hechos por la policía, o se quitan la vida después de cometer sus crímenes, los asesinos seriales pueden evadir la acción de la justicia por años.

En Estados Unidos, donde los crímenes seriales y los asesinatos masivos tienen una tendencia a crecer, puede haber, según algunas estimaciones, hasta dos mil asesinos seriales en libertad. En total en Estados Unidos hay 220,000 asesinatos no resueltos desde el año 1980. Y esto ocurre en un país donde la ciencia forense emplea los medios tecnológicos más avanzados.

Los factores biológicos, psicológicos y sociológicos dan explicaciones para algunos casos de asesinatos, pero no para todos. Otro factor que se ha considerado es el entrenamiento militar, que proporciona las habilidades para someter y asesinar en un marco donde la muerte de otra persona no es reprobable. La ausencia de una explicación única hace más difícil identificar por ejemplo, a un asesino serial que lleva una vida aparentemente normal. De alguna forma la sociedad produce a los asesinos, que pueden ser nuestros vecinos.

Hace unos meses en la columna titulada “Mi padre es un asesino” (01/02/2018), se analizó el caso de los familiares que descubren que su padre es un asesino, citando casos de Argentina, donde hijas de militares torturadores y asesinos, reconocían la verdad y la decían públicamente. También en Argentina el gobierno de extrema derecha de Mauricio Macri ha premiado con prisión domiciliaria a militares genocidas con condena efectiva. El repudio de la población que rechaza tener de vecino a un asesino llevó a revertir esta decisión en algún caso. Es un ejemplo alentador, totalmente opuesto a lo que es común en sociedades desarrolladas, donde imperan el individualismo, la competitividad y la violencia, sociedades en las que se sigue conviviendo con asesinos.

 

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