En el Manual de diagnóstico y estadística de los desórdenes mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (Diagnostics and Statiscal Manual Of Mental Disorders), conocido popularmente como DSM-V, publicados en el 2013 se incluye al Síndrome de Asperger dentro de los “trastornos del espectro autista”, que es una categoría que aparece por primera vez en el DSM-V. Se lo considera uno de los trastornos del desarrollo, caracterizado por alteraciones en la relación social y en la comunicación.
El término Síndrome de Asperger fue empleado por primera vez por Lorna Wing, en 1981, y hace referencia al médico austríaco Hans Asperger (1906-1980), quien identificó en varios niños un patrón de comportamiento que Wing denominó “Síndrome de Asperger”. Durante la Segunda Guerra Mundial Asperger fue oficial médico, participando como tal en la ocupación de Croacia por las fuerzas aliadas al régimen nazi.
Recientemente han salido a la luz documentos que prueban la colaboración de Asperger con los nazis: en un artículo publicado en el Journal of Molecular Biology, Herwig Czech, de la Universidad Médica de Viena afirma la active participación de Asperger en los procesos nazis de eutanasia. Niños con diagnósticos realizados por Asperger, fueron enviados al siniestro hospital Am Spiegelgrund de Viena, donde setecientos ochenta y nueve niños fueron asesinados desde 1940 a 1945.
En ese mismo hospital trabajó Igor Caruso, padre de la psicología de México. (“Igor Caruso y los niños asesinados”, 08/06/2017). En ambos casos la ciencia se puso al servicio de la “pureza racial”. Esos sueños de pureza terminaron en las más horribles torturas y asesinatos. Los conocimientos que poseían tanto Asperger como Caruso, no los hicieron mejores hombres. El nombre de Asperger debería quitarse del síndrome que él estudió. Entre tanta crueldad y sufrimiento infligido a los niños de Am Spiegelgrund, sería mostrar a las víctimas un respeto que científicos como Caruso y Asperger le negaron.¿
Clasificar a las personas como “genéticamente apropiadas” o “inapropiadas” y condenar a muerte a los últimos nos habría privado de personas como Stephen Hawking, por ejemplo, quienes deciden entre la vida y la muerte de otros no son científicos, son asesinos. Los grandes crímenes cometidos por gobiernos autoritarios o por grandes corporaciones necesitan del apoyo de personas con grandes conocimientos y ninguna ética. Asperger adhirió a la limpieza étnica, y colaboró activamente en ella. Sería interesante poder analizar las personalidades de personas como Caruso y Asperger, ambos productos de un sistema educativo que privilegiaba el conocimiento e ignoraba a las personas.