Dando una hojeada a la revista Proceso me encontré con el artículo “AMLO y Morena se alían en Hidalgo con el cacique Sosa Castelán”, en el que se insiste, por enésima ocasión, en el rechazo tan grande de los morenistas hidalguenses, con trayectoria en ese partido o recién llegados al mismo, o de simpatizantes que están dispuestos a jugársela un sexenio con el controvertido tabasqueño, al infiltrado Gerardo Sosa Castelán.

De que existen razones para este rechazo… innumerables, consideran muchos. Pero insisten los morenistas en señalar que la apertura al dirigente del Grupo Universidad  en ese partido, y las 11 candidaturas que consiguió, son el resultado de la ignorancia de Andrés Manuel López Obrador del historial del universitario.

¿Será?

Yo me inclinaría más por pensar que entre ambos, AMLO y Sosa hay cierta empatía, semejanzas en personalidad y un afán de ganar el poder a toda costa.

Es francamente tonto el pensar que AMLO desconoce el historial de Sosa desde que era líder estudiantil; es francamente estúpido pensar que el tabasqueño no le investigo cuando fue diputado, cuando fue dirigente estatal del PRI, que ignoraba su militancia priista al iniciar tratos con él, antes de que Sosa renunciara al tricolor ya con los arreglos amarrados.

Alegar la ignorancia de AMLO resulta tan ridículo como el que Sosa presentara, en conferencia de prensa, un recibió por 13 mil pesos que AMLO pagó por usar las instalaciones universitarias a principios del año, intentando aparentar no estar ligado ya con él.

Es una afrenta a la inteligencia del más desmemoriado, de quien no llega a tres dedos de frente, considerar que libros como el de “La Sosa Nostra” jamás llegó a manos del tabasqueño; que los artículos frecuentes de Miguel Ángel Granados Chapa sobre el tema jamás fueron leídos por López Obrador, quien por más de 20 años sólo ha hecho eso: empaparse de las condiciones que guarda el país, para manejarlas a su favor.

Lo que yo veo son similitudes entre AMLO y Sosa Castelán: ambos gustan de tener siempre la razón; son de carácter explosivo aunque López Obrador sabe recular, y son capaces de echar mano de cuanto argumento sea necesario, así sea del Padre Celestial, para apuntalar sus conceptos.

Si acaso podría aceptar que López Obrador se tragó el cuento de Sosa de que le respalda toda la comunidad universitaria, es decir, que él le significa a Morena más de 60 mil votos.

Digo, el rechazo a Sosa ha sido más que explícito en las visitas de López Obrador a Tula y Huejutla, por si alguna duda o ignorancia tuviera el de Morena.

De que AMLO se está jugando el triunfo en Hidalgo al aliarse con Sosa, ni duda cabe… y se llevará entre las patas a quienes, seguros del triunfo del tabasqueño, abandonaron sus casas políticas por seguirle y al momento de asignar las candidaturas se quedaron con un palmo de narices.

Los hidalguenses tenemos memoria”, me insistía recientemente alguien que vivió la época gris en la que los estudiantes universitarios hacían y deshacían a su antojo, ante la complacencia de las autoridades.

¿Qué tanta memoria? ¿Cuánto el interés por encima de los recuerdos? ¿Cuánto del temor de antaño aún persiste? Eso lo sabremos con los resultados del 1 de julio… finalmente habrá boletas distintas para la elección de presidente, de senadores, diputados federales y diputados locales.

 

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