“¡Permítame guerita, ahorita la atiendo, mientras vea que va a querer, ahí hay bolsas… ¡go,  go go.. ¡chin, lo falló! ¿Entonces, ¿qué quiere llevar?”.

La pasión futbolera se vivió con intensidad este sábado también en sitios concurridos de la zona metropolitana de Pachuca, con el encuentro México-Corea; un ambiente que adquirió rasgos de surrealismo al recorrer los puestos, en este caso, en el tianguis de la colonia Forjadores durante el partido.

¡Están jugando bien, pero los pinch… coreanitos son muy rápidos!”, comenta el vendedor de frutas y verduras mientras se las ingenia para embolsar, pesar y cobrar a su clientela en plano partido, pero echando ojeadas a un pequeño y antiguo televisor sintonizado con el encuentro de futbol.

Durante el partido no se limpiarán nopales”, se lee en un trozo de cartulina en un puesto contiguo, también de verduras, en donde una mujer joven trata de atender a varias mujeres que realizan sus compras, pues “es mi marido”, ha abandonado el puesto para sumarse a un nutrido grupo de varones que se arremolinan frente a un puesto de ropa americana con un televisor encendido. “¡Estos hombres y el futbol!”, comenta una anciana.

Las expresiones de gusto, angustia, desesperación, decepción o regocijo de comerciantes y consumidores varones se entremezclan en un lenguaje común, compuesto por tecnicismos fuboleros con los términos altisonantes más comunes, que en esos momentos, sin embargo, parecen no molestar a nadie.

Se diferencian los consumidores de los comerciantes porque los primeros cargan bolsas con la compra mientras permanecen con la mirada fija del televisor, mientras los segundos usan delantales, tienen mercancías en las manos que es esperada pacientemente por una clienta, o apartan la mirada unos segundos de la pantalla para “cuidar” el puesto.

¡Ándale vieja, te invito un taco de barbacoa y vemos el partido!”, insiste un señor de mediana edad a su esposa. “¡Que no! Deja compro nada más unos nopales y nos vamos a la casa, allá lo sigues viendo”, responde ella; pero no hay quien limpie nopales en ese momento.

¡Tacos de carnitas, quesadillas y enchiladas… tenemos tele, véngase a ver el partido!”, grita un mesero de un puesto de antojitos, aunque ya las mesas de tablones con bancos de plástico están saturados por quienes decidieron almorzar y disfrutar del encuentro.

¡Te hubieras venido sola o con tus hijos! ¡Me estoy perdiendo el partido!”, se quejaba un varón de mediana edad, mientras la mujer se afanaba en comprar quesos, carnes frías y chorizos, en un puesto, con televisor también, en donde los varones dejaron la carga de trabajo en comprensivas mujeres, pues mantenían fija la mirada en el televisor.

Un grito al unísono de los varones anunció un posible gol: “!peeeenalti!”. Fue sin embargo, segundos después, cuando el emocionado grito de “¡Goooooooool” anunciaba la ventaja de los mexicanos, obligando incluso a las mujeres a distraerse para ver la repetición.

!Muévele a las tripas wey, se están quemando!”, se escuchó en otro puesto de tacos, en donde los presentes parecieron congelarse tras el primer gol de México.

¿Cuánto cuesta el kilo de aguacates?”, preguntó una mujer. “¡30 pesos, escójale!”, “¿Pero cómo 30 pesos? nooo, 65 pesos señito, es que el viejo está apendejado por el futbol”, corrige de inmediato la mujer, afanada en pesar y cobrar, mientras atisba también un televisor en un puesto cercano.

En un puesto de abundante ropa de origen americano un hombre joven, alto, rubio, instruye a los empleados: “¡abusados, cabr… cuenten bien!, ¡no se distraigan con el partido!”, les dice, pero sin despegar él la mirada del televisor.

Hasta el área de estacionamiento de una tienda Oxxo cerca se alcanza a escuchar el grito emocionado que arranca en el tianguis un segundo gol, seguido de la cantaleta “¡chicharito, chicharito, chicharito!”.

En un auto vecino dos adolescentes suplican a la madre: “¡Por favor, mami, por favor, por favor, llévanos a El Reloj, vamos a festejar!”.