Definitivamente el rector de la UAEH, Adolfo Pontigo Loyola, y el presidente del Patronato Universitario, Gerardo Sosa Castelán, deberán encender muchas veladoras en los días que restan para el 1 de julio.

Y es que sólo el triunfo de los abanderados de la alianza Morena-UAEH, podría aminorar el  desprestigio en que cayó la universidad –universalidad de pensamiento-, al involucrarse descaradamente en una contienda electoral.

Una situación en la el gran perdedor será Pontigo Loyola, pues finalmente Gerardo Sosa Castelán tiene un historial bastante controversial que ha ido hilando en más de 30 años, sin que sus acciones causen ya mucho asombro.

Pero Pontigo Loyola pasará a la historia como el rector que, dejándose llevar por Sosa Castelán y la corriente que apuntala a Andrés Manuel López Obrador como candidato presidencial ganador, se prestó a las negociaciones de Sosa con Morena para colocar como candidatos a legisladores federales y locales a sosistas, con la idea de convertirse en el poder tras el poder o quien mueve los hilos de las marionetas.

Sin embargo algunas piedras han ido entorpeciendo el avance de los planes del ex rector y, al parecer, líder vitalicio del Grupo Universidad;  entre ellas, el que la coordinadora de Finanzas de la casa de estudios fuera detenida cuando transportaba un millón 400 mil pesos para el supuesto pago de la nómina a los albañiles que construyen un inmueble en el Campus Tulancingo.

Una obra que dicho sea de paso, con esa nómina, debe tener una inversión económica que rebasa los 600 mil pesos y que, tratándose de recursos públicos, debió entonces ser concursada entre empresas constructoras y no ejecutada por adjudicación directa o administración.

Resulta hasta triste que Pontigo Loyola trate ahora de desligar a la UAEH de este embarre político, argumentando que la universidad, como institución es ajena, pero que los miembros de la comunidad universitaria están el libertada de militar, votar y postularse candidatos a cargos de elección popular.

Y ello, a solo unas semanas de que Sosa Castelán presumió en conferencia de prensa el recibo por el que López Obrador pagó, supuestamente, la renta para utilizar instalaciones universitarias.

Definitivamente ambos olvidan que en Hidalgo el más chimuelo mastica clavos –políticos-, y se han convertido en la comidilla popular y el desprestigio, quieran o no, de la universidad.

Recuerdo esa conferencia de prensa en la que Sosa presentó el recibo citado, y como afirmó que de involucrarse en política, la universidad representaría más de 600 mil votos. ¿Vaticino o anticipada advertencia? Algo hay que reconocerle, finalmente renunció al PRI.

Nomás habría que imaginarse al rector de la UNAM, Enrique Graue, presumiendo de poder ofrecer casi 400 mil votos, los de 350 mil alumnos y más de 40 mil 500 catedráticos, o al rector de la Autónoma de Nuevo León, Rogelio Garza Rivera, ofreciendo los votos de sus 190 mil alumnos y casi seis mil 500 catedráticos… ¿quién da más?

¿Qué pasará si un exrector que no brilló especialmente pero sí hizo un digno papel, como Humberto Veras Godoy, pierde el próximo domingo? ¿O pierden también el resto de los abanderados de la alianza no oficial UAEH-Morena? ¿Qué pasará con Adolfo Pontigo Loyola, quien confunde el término de institución con tabiques unidos con mezcla? ¿Qué pasará con tantas generaciones de egresados, algunos brillantes y destacados, y su orgullo por su origen universitario?

Y no hablemos de qué pasará con Morena, con Abraham Mendoza Zenteno, con las auténticas huestes morenistas, así gane López Obrador –tan desmemoriado como Sosa-, la presidencia; ya se me acabó el espacio.

✉ dolores.michel@gmail.com